miércoles, 22 de agosto de 2012

Concurrencias cotidianas

Aún no ha amanecido.
Atravieso la ciudad por el subsuelo arrastrando mis sueños a cada paso.
Se cuelan en mi trayecto personas y personajes que no quiero ni puedo ignorar.
El jardinero que vigila que el aspersor no moje a los que madrugamos.
La chica que limpia la estación, con sus cascos y su saludo diario.
El señor con mono que siempre tiene la mirada triste y perdida en un periódico deportivo.
La joven con zapatillas en los pies que muda por zapatos más elegantes en cuanto dobla la esquina camino de su trabajo.
El chico que ha convertido la Castellana en oficina y cubierto de harapos, y descalzo, invierte su jornada laboral en hablar, o al menos tratar de hacerlo, con todos los que se crucen en su camino.
Los policías a caballo que parecen sacados de otro tiempo.
Las motos que florecen en la acera como las flores en primavera.
La sonrisa perenne de quienes me sirven café con leche desnatada.
Y la compañía diaria de quien trabaja en la misma moqueta que yo.

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