domingo, 5 de diciembre de 2021

Asilo

Publicación original: Asilo

ASILO

Vendrás de madrugada 
a pedir asilo político en mi regazo. 
Mi pecho será el salón donde vivas 
cuando te declaren persona non grata 
en el resto de los cuerpos que habitaste.

Pilar Escamilla Fresco

Texto publicado en el libro: (H)Ojeándote

REFERENCIA DEL LIBRO
  • ESCAMILLA FRESCO, P, (2015), (H)Ojeándote, Ocaña, Lastura

Intérpretes: Rocío Scharfhausen y Gadea Ramos.



Puertas. © Pilar Escamilla Fresco

TEJIENDO EN LA SOMBRA




Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí:www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida. Y si tienes hijos, léeles poesías. Sin poesía, no hay vida.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Origami

Entrada original: Origami


ORIGAMI

Quiero conocer el silencio que ocultan tus pliegues,
hacer de ti la más hermosa forma de papel y color,
y conseguir que mis dedos adapten tu forma a mí.
Prometo estudiar los más dulces dobleces
para no dejarte marcas en la piel.
Pliégate a mí.
Hagamos de tus formas el infinito.

Pilar Escamilla Fresco

Texto publicado en el libro: (H)Ojeándote

REFERENCIA DEL LIBRO
  • ESCAMILLA FRESCO, P, (2015), (H)Ojeándote, Ocaña,Lastura

Intérpretes: Rocío Scharfhausen y Agustín Alegre.


Título: Summer. © Pilar Escamilla Fresco


TEJIENDO EN LA SOMBRA



Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí:www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida. Y si tienes hijos, léeles poesías. Sin poesía, no hay vida.





domingo, 10 de octubre de 2021

Alicia

Publicación original: Alicia

ALICIA 

Llámame Alicia. 
Soy como esa niña 
que sabe cambiar su tamaño 
para atravesar puertas diminutas 
o destruir casas agobiantes. 

Juzgaré a la Reina Roja por su arrogancia, 
me comeré al conejo por sus prisas, 
y lanzaré lejos las tazas de café vacías 
donde el Sombrerero me invita a celebrar 
sus locos no-cumpleaños. 

Mientras tanto 
criaré hortensias en mi pecho 
para limpiarlo de todo lo que me duele.

Pilar Escamilla Fresco

Texto publicado en el libro: (H)Ojeándote

REFERENCIA DEL LIBRO

ESCAMILLA FRESCO, P, (2015), (H)Ojeándote, Ocaña,Lastura



Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí:www.caradeluna.es


Mirada. © Pilar Escamilla Fresco


TEJIENDO EN LA SOMBRA



Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida. Y si tienes hijos, léeles poesías. Sin poesía, no hay vida.

domingo, 12 de septiembre de 2021

Regreso al hogar estival en seis sentidos y una fachada



«Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria»
Louise Elisabeth Glück (Premio Nobel de Literatura 2020)

Entramos en tu pueblo en silencio. Soy consciente de que estoy aguantando la respiración. No me has querido dar pistas de cómo es tu casa. Dices que quieres que sea una sorpresa. El asfalto gastado y agrietado, las calles estrechas, las fachadas encaladas con tejados llenos de parches, la cruz en medio donde se reúnen los vecinos y cada puerta con su banco de piedra y algún alma sentada a la fresca. Te miro intentando permanecer en silencio. Me cuesta. Sabes, sabes bien, que estos son casi los mismos rostros pero con otros nombres que habitaban la calle donde estaba la casa de mis abuelos y donde se quedaron los veranos de mi niñez. Tú también callas, pero me miras con el brillo de quien se sabe paje de los Reyes Magos o ayudante del Ratoncito Pérez.

Tu pueblo y el mío se distancian apenas diecisiete kilómetros. Los sentidos comparten experiencias. Lo sabes. Por eso, me dices, no quieres enseñarme fotos ni contarme cómo es. Quieres que yo lo sienta. Y quieres acompañarme mientras lo siento, y darme la mano. Y es lo que trato de hacer: sentirlo.

En la escuela me enseñaron que tenemos cinco sentidos: vista, olfato, oído, gusto y tacto. Mi abuela decía que todos tenemos un sexto sentido, el de la intuición. Y que cada casa se diferencia de la de al lado, en los pueblos, por las fachadas. Porque en la ciudad, no hay fachadas distintas, sólo puertas repetidas con distinta numeración.

Acuarela autoría de José Luis.

Vista: hay hortensias cubriendo la fachada, el color del barniz marrón desconchado por el sol en los quicios de puertas y ventanas, y un tendal atravesando el porche cubierto de sábanas recién lavadas. He contado al menos cinco gatos escapando veloces de nuestro coche.

Olfato: huele a gato callejero, a jabón hecho en casa, a guiso de bacalao y a Teleno. Es un olor muy peculiar que tengo enraizado en lo más profundo de mí. Y lo he reconocido en el primer instante. Son los gatos que perseguía de niña, el jabón con el que lavaba mi abuela, el guiso que nos daba los viernes y las nieves casi perennes que nos perseguían todo el verano.

Oído: los gatos huyendo de un coche que llega, el trino de algún pájaro al fondo, el silencio de la era sin limpiar aún y llena de maleza, y los grillos que de noche se apoderan de las estrellas. La música de los veranos de mi niñez que vuelve a mí años después.

Gusto: Teresa sale a la puerta con la bata fina encima de su ropa. Igual que mi abuela, no se la quita casi nunca. Apenas para ir al médico o para jugar la partida. Su uso es más que una bata: mandil y seña de identidad con bolsillos enormes llenos de pañuelos y de caramelos. Su rostro, al besarlo, sabe a bacalao con patatas. El mismo bacalao con patatas que mi abuela nos daba.

Tacto: Teresa tiene la piel de las manos fina y arrugada, como papel de fumar, llena de venas que atraviesan sus falanges de punta a muñeca. Los dedos gruesos, rugosos y con durezas, dedos que no han descansado ningún año y que gritan todo lo que su dueña quiere callar. Su abrazo recoge a la niña que llega en mí y que está aguantando la respiración emocionada.

Intuición: me has devuelto el hogar de mis veranos, el abrazo de mi abuela, los paños sobre los sofás, las muñecas con rollos de papel higiénico bajo las faldas de ganchillo, la Dama de Elche al lado de la tele y el olor de las rosquillas recién hechas.

No querías darme apenas pistas de cómo era la casa del pueblo. No querías decirme nada para sorprenderme. Querías tener la certeza de que me gustaría. Lo que no llegaste a imaginar fue que al traerme aquí me devolverías los veranos de mi infancia y la casa de mis abuelos que perdí hace años cuando, cuando tras fallecer mi abuelo, y con la enfermedad de mi abuela, mi madre y mis tías decidieron venderla.

«Nostos» es una expresión de origen griego que se puede traducir como «regreso al hogar». Yo no paro de pronunciarla en silencio desde que me bajé del coche. Me da miedo pronunciarla en voz alta, no sea que se materialicen las diferencias que sin duda hay. Quiero esta emoción que ahora me embarga. Y no soltarla jamás.

Gracias.

Pilar Escamilla Fresco

Texto inédito publicado en el blog personal de la autora Desde mi secreter en octubre de 2020


Escritora y fotógrafa / Madrid – España.

Barcelona, 1976. Tiene sus raíces divididas entre León, Madrid, Cuenca y Barcelona. Reside en Rivas Vaciamadrid desde hace más de 20 años. Es Licenciada en Económicas y tiene estudios de postgrado en Biblioteconomía y Documentación. Actualmente trabaja como bibliotecaria.

Escribe desde que tiene conciencia de saber hacerlo. Lectora voraz, participa en movimientos como bookcrossing y geocaching.

Otras caras de ella son como narradora oral o fotógrafa amateur.

Ha coordinado varias secciones de creación literaria en revistas como Zarabanda y La Keli. Ha salido publicada en varias revistas literarias como Alhucema (Granada), Adveniens (Alcalá de Henares) y en la revista digital El Grito (editorial Celya).

Ha participado activamente en el Programa de la Red de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Colabora habitualmente con el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid organizando eventos poéticos. Habitualmente la puedes encontrar en conciertos, recitales y micros abiertos en Madrid donde su participación en los mismos es asidua. Sus últimas participaciones han sido en el ciclo Cálamos y Péndolas (Madrid), L`Ekole Poetique (León) y en el encuentro poético-musical «Solsticio en Turgencius» en Turienzo de los Caballeros (León).

Es colaboradora de MasticadoresFEM.

Tiene publicados 4 poemarios y ha participado en numerosas antologías.

domingo, 11 de julio de 2021

Alondra de la laguna triste

Publicación original: Alondra de la laguna triste


“Para alguien que llamó
a mi puerta pidiéndome
buscara en libros antiguos
un conjuro de amor.”
Alfonsa de la Torre

Mi dulce y morena estrellera.
Tienes la mirada oscura de laguna triste.
Llamo a tu puerta pidiendo cobijo
y me recibes en la soledad de tu regazo.
Mi historia te llega en susurros de té y lumbre.
Me respondes en el mismo lenguaje de las estrellas.
Me ofreces versos de luna entre pinos.
Y yo respondo con poemas de niebla y silencios de alcoba.
Quiero que enhebres en mi cabello el aroma de tu boca.

Ya lo sé, ya lo sé. No puede ser de esta forma.

Has heredado durante siglos el lenguaje de los símbolos.
Lees más allá de mí el pantano que habita entre nosotras.
No hace falta que nombre lo que sabes:
a veces me hieren los murmullos del pueblo.
Posas tu rostro en mí,
herbera.
Y entonces sacas alguna pócima de tu cocina,
amansas mi pecho con nanas de jilgueros,
y calmas mis latidos más allá de las ventanas.
“Del silencio nace la llama viva”.

Me quedaré en tu puerta clamando un beso ausente,
porque nuestro amor no puede darse,
porque el cruce de nuestras miradas no puede verse,
porque hay celdas que no se entiende pero se sienten.

Sabes, alondra de laguna triste,
que “te regalo las estrellas de mis sueños”
y que cuando las ausencias hagan caer las tejas de esta casa
mandaré callar en complicidad a quien venga.

Pilar Escamilla 


** Este texto ha sido escrito para un homenaje a la poeta Alfonsa de la Torre: https://es.wikipedia.org/wiki/Alfonsa_de_la_Torre

He tomado una historia que cuentan sus sobrinos, y he dado voz a Juana, la que fue su compañera durante más de 40 años.

Texto publicado en el libro: DESCUBRIENDO A ALFONSA DE LA TORRE

REFERENCIA DEL LIBRO

ROJO, MERCEDES G. (coord. literaria), (2020), Descubriendo a Alfonsa de la Torre, entre la mística y el feminismo. Homenaje escritoras leonesas 2020, León, Crisálida Ediciones


© Pilar Escamilla Fresco


TEJIENDO EN LA SOMBRA



Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

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domingo, 13 de junio de 2021

Un parque sin reino

Entrada original: Un parque sin reino

«Te perdono el montón de palabras
que has soplado en mi oído
desde que te conozco.»
Noel Nicola
Quedaron en un parque lleno de niños.
Temerosos, se sentaron uno al lado del otro
evitando enfrentar sus rostros.
Él supo de sus lágrimas a través de sus ojeras.
Supo de su soledad por los silencios de ella.
Supo de su miedo por el temblor de su voz.
Hablaron dejando respirar las sílabas,
saboreando el espacio que se hacía corpóreo entre ellos,
dejándose acariciar por las risas que sonaban de fondo.

Quedaron en un parque sin reino
donde los columpios gritaban a infancia.
Él le besó la mejilla. Ella forzó un abrazo.
Ella supo de sus cimientos rotos.
Supo de las calles con polvo de su pasado.
Supo de lo que nunca podrá dar por no tenerlo.

Y le perdonó. Le perdonó todo. O casi todo.
Le perdonó las botellas de cerveza sin espuma.
Le perdonó las nubes sobre sus sueños,
los pasos perdidos buscándole.
Le perdonó las palabras entredichas,
las tinieblas de su regazo de madrugada,
le perdonó las jaquecas y los vértigos sin remedio.

No le perdonó cuánto la quiso. 
Porque eso sería olvidarle, como decía la canción.
Y ella, lo último que quería, era olvidarle.
Lo supo en el momento en que casi no recuerda su olor.

Por eso cogió su maleta y se escapó esa misma tarde.
Recorrió sin parar medio país.
Y le llamó sin urgencia en la voz
pero con socorro en lo callado.
Y por eso quedaron en un parque lleno de niños.
Y entre columpios, piruetas lejanas y risas ajenas
no hablaron de lo que se perdonaron. 

Simplemente contaron el tiempo que estuvieron ausentes.

Pilar Escamilla Fresco 
Texto publicado en el libro: Manual para borrarte de mi recuerdo


REFERENCIA DEL LIBRO

ESCAMILLA FRESCO, P, (2018), Manual para borrarte de mi recuerdo, Madrid, 21punto9 Ediciones

Respirando. © Pilar Escamilla Fresco

TEJIENDO EN LA SOMBRA



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domingo, 16 de mayo de 2021

Despertar en tu espalda

Publicación original: Despertar en tu espalda.


DESPERTAR EN TU ESPALDA
Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero
Gioconda Belli

Hay un camino que mis párpados recorren aún dormidos.
En silencio, arrimo mi cuerpo a tu espalda,
busco cada uno de tus lunares para convertirlo en beso.
Te respiro desde el cuello hasta tus nalgas.
Hay un aroma en ti que despierta mis instintos más primitivos.
Mi lengua se sabe dueña.
Poco a poco despiertas. 
Ronroneas como gato panza arriba.
Te revuelves bajo la yema de mis dedos.
Nuestros labios empiezan su propio diálogo.
Hasta que me deshago de ellos y busco tu cuello.
Bajo entonces despacio por tu vientre.
Me detengo un poco nada más en tu ombligo 
para hundirme definitivamente entre tus piernas
y urdir un laberinto con hilos invisibles.
Te estremeces.
Eres simiente y río.
Tú, mi felino.
Pilar Escamilla Fresco


AROUSAL IN YOUR BACK

I love you like a cat laying upside down,
Laying upside down, I love you
Gioconda Belli

There is a path that my eyelids follow while sleeping.
Quietly, I bring my body closer to your back,
looking forward each of your body freckles to turn it into a kiss.
I breathe you from the neck to your hams.
There is a scent in you that arouses my most primitive instincts.
My tongue knows she owns you.
Gently, you wake up.
You purr like a cat laying upside down.
You stir under my fingertips.
Our lips begin their own dialogue.
Until I get rid of them and look for your neck.
Then, I slowly down by your belly.
I make a pause in your belly button,
to finally sink between your legs
and weave a labyrinth with invisible threads.
You shudder.
You are seed and river.
You, my feline.

Traducción al inglés por: Luis Martínez Arnal


Lazos. Fotografía de Pilar Escamilla Fresco.



TEJIENDO EN LA SOMBRA

Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

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domingo, 18 de abril de 2021

Raras

 Publicación original: Raras.


RARAS

raro, ra.

(Del lat. rarus).
1. adj. Que se comporta de un modo inhabitual.
2. adj. Extraordinario, poco común o frecuente.
3. adj. Escaso en su clase o especie.
4. adj. Insigne, sobresaliente o excelente en su línea.
5. adj. Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse.
6. adj. Dicho principalmente de un gas enrarecido: Que tiene poca densidad y consistencia.

Mujeres raras.
Mujeres excepcionales.
Mujeres poco frecuentes.

Mujeres prisioneras de un tiempo
donde las mujeres no podían ser ni raras.
Mujeres sin espacio propio.
Mujeres bipolares,
mujeres deprimidas,
mujeres histriónicas,
mujeres desbordadas por ensoñaciones inadaptadas.
Mujeres diagnosticadas con depresión.
Mujeres sin diagnosticar.

Me descubrirás con el cuerpo cubierto de algas
tratando de navegar a la deriva hacia un mar que no existe.
Me encontrarás ahogada en mi propio vómito
con la boca llena de pastillas que no dejan salir el grito.
Me encontrarás colgando de una cuerda hecha de retales
y balanceándome donde en el techo debía haber una lámpara.
Me tiraré a las vías del tren justo cuando éste pasa.
Ahogaré mi respiración en un horno de gas que ya no existe.
O quizás me encerraré en un garaje sin ventanas
para asfixiar en silencio mis lágrimas.
Me encontrarás dormida un jueves cualquiera.
O quizás hallarás mi cuerpo disparado de sangre.

Mujeres raras.
Mujeres excepcionales.
Mujeres poco frecuentes.

Sylvia, Anne, Karin, Marina, Alejandra, Violeta, Alfonsina.
Por nombrar sólo algunas de ellas.

Soy una mujer rara.
Me fascinan los métodos con los que otras acaban
con sus cuerpos consumidos en cenizas y polvo.
Un cuerpo que ya no les causará dolor ni placer.
Personalidades perdidas en neurosis,
perdidas en los divanes de analistas
que no supieron ver su excepcionalidad,
sino su rareza.

Pilar Escamilla Fresco

Para los despistados las poetas que me estremecen:

Sylvia Plath = Se suicidó metiendo la cabeza en un horno de gas.
Anne Sexton = Se suicidó encerrándose en un garaje con el coche en marcha
Alfonsina Storni = Se suicidó metiéndose en el mar.
Alejandra Pizarnik = Tomó unas 50 pastillas de barbitúrico (Seconal)
Marina Tsvetáyeva = Se suicidó con una cuerda, colgada hasta morir
Karin Boye = Se suicidó tomando somníferos después de abandonar su casa.
Violeta Parra = Se suicidó con un disparo.

** Poema escrito para el taller Gente Rara del Micro Abierto del Café Libertad 8 (Madrid).

Amapolas. Foto: © Pilar Escamilla Fresco

TEJIENDO EN LA SOMBRA



Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida.
Y si tienes hijos, léeles poesías.

viernes, 26 de marzo de 2021

El ruido del aspirador

 “Él pasaba la aspiradora cuando sonó el teléfono…” por eso no lo oyó. Al otro lado, Marga se preocupó ligeramente: “Qué raro” - se dijo - “que a estas horas no esté despierto y me responda”.

Él había salido a correr por el cerro de detrás de su casa cuando sonó el teléfono. Por eso no lo oyó. Marga, empezó a inquietarse en su oficina: “Qué raro” - pensó - “no sé qué estará haciendo que no me coge el teléfono”.

Él estaba en la ducha cuando volvió a sonar el teléfono, por eso tampoco lo oyó esta vez. Al otro lado, Marga se preocupó un poco. “Qué raro” - dijo esta vez en un murmullo suave pero que su compañera pudo escuchar - “no sé dónde estará, ojalá esté bien”.

Él estaba limpiando los areneros de las gatas que ahora con el buen tiempo habían sacado a la terraza por el tema de los malos olores. Por eso tampoco ahora escuchó la llamada ni pudo contestar. Marga estaba ya muy preocupada. “Qué raro” - dijo ahora ya en voz alta y bastante alterada - “sigue sin cogerme el teléfono. Seguro que le ha pasado algo”.

Su compañera la miró y sintió la preocupación de Marga. Le comentó que sí, que era raro. Ella lleva ya años trabajando a su lado y sabe que por las mañanas Marga siempre le encuentra y no tiene que llamar hasta cuatro veces y en horas distantes para localizarle. Comprendiendo la preocupación de su compañera, y haciéndola hasta propia - ya tantos años a su lado era capaz de sentir esa empatía por Marga - le sugirió localizar a algún vecino, o al conserje, a quien fuera para que fuesen a llamarle al timbre de la puerta y así ella se quedase tranquila. Porque Marga estaba muy preocupada. Más que preocupada Marga estaba agobiada. Y desde luego a él le podía haber pasado cualquier cosa. Eso las dos lo sabían. Y lo comentaron con algún detalle escabroso que les dejó más agobiadas y preocupadas y que además les erizó el vello de los brazos: “seguro que se ha desmayado al levantarse, seguro que se ha resbalado en la ducha y se ha caído, seguro que se ha dado un golpe y se está desangrando en el suelo”...

Marga recordaba tener el teléfono anotado de, al menos, dos vecinos. Porque, la verdad, no suele llamar a sus vecinos, tampoco es que sean amigos ni les necesite para nada. Se puso a pensar: “a ver, el del 2ºC, ¿cómo se llamaba? Es rumano, Sandi o algo así… no, así no lo encuentro… no sé ni cómo lo habré guardado… espera, pondré vecino en el buscador… ¡bingo! Ahí estaba, Sandu, el nombre era Sandu.” Pero Sandu no cogió el teléfono cuando Marga le llamó porque estaba trabajando, y en su trabajo no puede atender llamadas de teléfono de ningún tipo. “Qué raro” - comentó Marga a su compañera - “no lo ha cogido”.

Marga intentó recordar entonces el nombre de la vecina del 1ºC. Esta mujer solía teletrabajar, así que estaría en casa, pensó… Pero ¿cómo se llamaba? Ah. sí, García Yllera era el apellido (se había fijado porque una vez hasta le preguntó si tenía relación con las bodegas, pero no, no era el caso). La buscó por el nombre en su agenda del teléfono pero no había nadie con esos apellidos. “Qué raro - pensó - de esta chica tenía su teléfono fijo, recordaba hasta haberlo usado para pedirle que le recogiera algún paquete… La tendré por el nombre… ¿Pero cómo se llamaba?”. Marga estuvo un rato dándole vueltas al nombre de su vecina pero no fue capaz de recordarlo. En el último momento pensó si no la habría guardado por el piso. Puso 1C en el buscador de su teléfono y ¡acertó! ahí estaba. Y hasta le había puesto el nombre: Soraya García Yllera, 1C. La llamó. Pero Soraya estaba teniendo una reunión online con su jefe cuando sonó el teléfono. Por eso no lo cogió, y tampoco lo oyó porque ella, precavida como era, para esas ocasiones lo tenía siempre silenciado. Su jefe era un poco especial para estos temas y no quería molestarlo por nada del mundo. “Qué raro” - volvió a comentar Marga a su compañera, esta vez ya con cara de pánico - “tampoco lo ha cogido”.

En ese momento las dos compañeras comentaron las posibilidades que había de que se hubiera declarado un incendio en el edificio, o de que hubiera habido una explosión de gas… “Vete tú a saber - dijo Marga - “es un edificio antiguo y las instalaciones seguro que están estropeadas, ay Dios mío, qué desgracia más terrible”. Y Marga notó cómo sus ojos se medio encharcaron y estuvo a punto, pero a punto, de echarse a llorar. Menos mal que su compañera le recordó que aún podía intentarlo con el conserje. “Ay, claro, el conserje… Gracias”.

Marga cogió su teléfono y buscó el número del conserje. Por la palabra conserje no apareció nada. “Oh, madre mía - pensó - ¿cómo se llamaba este? Si es que no tengo ni idea, lo han cambiado tantas veces que ya no sé ni cómo lo guardé”. Se empezó a poner nerviosa, mucho más nerviosa. No sabe cómo recordó en ese momento que igual lo había guardado con el nombre de su calle. Puso el nombre en el buscador de su agenda del teléfono y allí apareció: José consejre piso Roblegordo. “ya te vale, Marga” - se dijo cuando vio la palabra conserje mal escrita - “así nunca vas a localizarle. Acuérdate de corregirlo luego, que ahora tienes otra prioridad”. Le llamó con verdadera ansiedad. Pero José, el conserje del piso de Marga en la calle Roblegordo, no cogió el teléfono porque ya eran más de las dos de la tarde y ya estaba en su tiempo de descanso. Y él en eso era muy estricto. No cogía llamadas de los vecinos en su tiempo de descanso. Sea lo que sea seguro que podría esperar a que terminara de comer. Y Marga, al no localizarle, se puso completamente fuera de sí. Empezó a gimotear y a decir que seguro que había ocurrido una desgracia terrible y que, ay Dios mío, esto es lo peor que le había pasado en toda su vida.

La compañera de Marga estaba tan histérica como ella. Le dijo que se fuese inmediatamente a su casa. Que no esperase ni al autobús, que como tiene que hacer dos trasbordos tardaría mucho, que fuese directa a su casa en un taxi y que ya allí encontraría la respuesta a todo esto. Y que por favor la llamase para contarle porque ella estaba tan nerviosa como Marga.

Marga cogió un taxi. Estaba llorando a moco tendido cuando salió de la oficina, pero ahora ya había conseguido calmarse. Le dio la dirección y le pidió que fuese lo más rápido que pudiera, que era una urgencia. Cuando llegaron a su portal, Marga lo vio todo como siempre. “Qué raro” - pensó. Pagó al taxista, cogió su bolso y su abrigo y salió escopetada. Abrió la puerta del portal y vio que el conserje no estaba en su puesto, sin siquiera pensar que a esa hora el hombre estaría comiendo. Llamó al ascensor pero como tardaba (“Alguien debe tenerlo abierto por arriba, ya les vale” - pensó) subió a trompicones los dos pisos de escaleras y llegó a la puerta de su casa casi sin aliento. “Tengo que hacer más ejercicio - dijo en voz alta - “que me ahogo… ay”. Buscó las llaves en su bolso y abrió su puerta con auténtica desesperación. Entró gritando su nombre. Él respondió desde el fondo del piso y le dijo que qué pronto estaba hoy en casa. Marga le miró con cara de no comprender nada. Él estaba tranquilo, sentado en el sillón, con una cerveza en la mano, el plato en la mesa y a punto de empezar a comer viendo las noticias. Como hacía todos los días que libraba de su trabajo.

lunes, 22 de marzo de 2021

Vuelo con espejo

Publicación original: Vuelo con espejo

RESCATÁNDOME, es el proyecto en el que Pilar Escamilla Fresco se da voz a sí misma, a su yo mujer, poeta y fotógrafa, madre, escritora y todas esas cosas que ya nos ha contado que hace. Una sección más personal, que sin duda disfrutaremos y degustaremos con placer y que nos ayudará a conocerla un poco mejor. Esta es la primera entrega.

Despiece. Sobre fotografías de Pilar Escamilla


VUELO CON ESPEJO

A veces me miro al espejo y me pregunto
dónde está la mujer con alas que en sueños me llama,
y si esa mujer comparte conmigo
nombre
rostro
pero no alma.

Ser consciente de que no funciona nada,
de que algo se rompe en mil trozos
cuando los oídos de la conciencia se tapan.

Despierta el sol en medio de una niebla
templada por el sueño revelador.
Horizonte que nos mira en la distancia
y me trae no tus ojos sino tu mirada.
Silencio que llama desde lejos a gritar
caminos polvorientos de miedos.

Dame las alas que necesita mi mirada.
Sólo has de contarme en altura
el significado de las miradas calladas.
Y si tras las pestañas del suelo que barremos
hay fábulas que de día o de noche nos llaman.

Cumbres nevadas en el horizonte.
Trenes, plantas y distancias.

Perdóname por coser a tu espalda las fantasías
que sin ningún pudor aún pueblan
mis eternas noches libres de pesadillas.
Perdóname por ceder ante las ausencias
y dar sonido a los silencios más dolorosos,
y a la vez dulcemente asombrosos.

Suelo brotar de la semilla de mis sueños,
suelo crecerme en la distancia,
suelo callar lo que mi mirada habla,
suelo soñar en silencio palabras.

El reflejo que desde el otro lado me mira
tiene mi boca, tiene mi nariz, tiene mis ojos.
Mi mueca a la izquierda, él la copia a la inversa.
El reflejo que me mira de reojo
tiene mi rostro, mas no mi alma.

Alma de palabras poblada que silentes
se escapan por las rendijas de dos ojos
con todas, absolutamente todas, sus pestañas.
Pareciera que nunca perdiste ninguna.
Pero a veces tu mejilla rescata sin quererlo
una pestaña suicida que quiere escapar.

Enhebrar la aguja, juntar los pliegos,
rebajar los largos que siempre sobran,
coser los anchos, descoser más tarde.
Volver a coser sin pretenderlo.
Una puntilla adorna la blusa granate,
una puntilla negra de ganchillo de abuela.

El espejo me devuelve una sombra de lo que soy
una imagen plana de algo con múltiples dimensiones.

Silencioso, el espejo calla pero evidencia.
Silencioso, cobarde y acusica.

Date la espalda, no lo mires, no lo sueñes.
Vuelve donde nadie estuvo.
Quédate y no vuelvas.

A veces me miro en el espejo de mi alma
y ni reconozco que soy
mujer de carne y hueso,
mujer con sueños y deseos,
mujer que quiso volar.
Mujer que aún puede hacerlo.

Mujer...

Simplemente.

Texto publicado en el libro: Mi sombra sobre la falda de la montaña

REFERENCIA DEL LIBRO

  • ESCAMILLA FRESCO, P, (2012), Mi sombra sobre la falda de la montaña, Madrid, Caradeluna Ediciones

Pilar Escamilla Fresco es escritora, madre, bibliotecaria y trabajadora fuera y dentro de casa. Cuenta cuentos, da recitales de poesía, hace fotografías y a veces se mete en líos de proyectos políticos o de activismo diverso. Un «rabo de lagartija» que se considera aprendiz de todo por lo que nunca deja de formarse. Podéis encontrarla en www.caradeluna.es

domingo, 7 de marzo de 2021

«Filandón Violeta» y «Rescatándome», dos secciones alternativas para los lunes de Masticadores FEM


(Estrenamos MasticadoresFEM en este 8 de marzo con la primera entrada de una de nuestras colaboradoras, la escritora Pilar Escamilla Fresco, que nos permitirá descubrir de su mano interesantes voces femeninas de la literatura actual, también la suya propia, y acercarnos a otras formas de expresión artísticas que seguro nos harán disfrutar. Ella es una polifacética e inquieta escritora y animadora cultural que seguro nos abrirá la vista a nuevos caminos. Espero que disfrutéis de lo mucho que tiene que aportarnos. Yo ya lo hago desde hace tiempo y aprovecho esta pequeña introducción para darle la bienvenida a este ambicioso proyecto que es MasticadoresFEM y para darle las gracias por no haber dudado ni un momento en sumarse a él con tanta energía e ilusión. Bienvenida, Pilar y ¡gracias!. Nota de la editora)

***

Empiezo hoy mi colaboración con MasticadoresFEM de la mano de la incombustible Mercedes G. Rojo. En primer lugar quiero destacar el honor que ha sido para mí que esta mujer, referente del mundo literario y cultural de la provincia de León, haya contactado conmigo para este proyecto. Le estoy tremendamente agradecida por haberme tendido el guante. Lo recojo y espero estar a la altura.

Pero voy a empezar por el principio y voy a presentarme. Me llamo Pilar Escamilla Fresco y soy muchas cosas. Escribo desde que tengo uso de conciencia, cuento cuentos, doy recitales de poesía, hago fotografías, soy madre, bibliotecaria y trabajadora fuera y dentro de casa, a veces me meto en líos como el 15M y otros proyectos políticos o de activismo diverso. Como diría mi madre: soy un rabo de lagartija que no puede tener el culo quieto. En todo soy aprendiz aún, y tengo tantas cosas que aprender que nunca dejo de formarme. Si quieres saber más de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

Mi colaboración con MasticadoresFEM va a ser quincenal. Así que cada dos semanas me tendréis por aquí. He planteado dos secciones distintas: “Filandón Violeta” y “Rescatándome”.

Voy a contaros brevemente en qué consiste cada una:En el FILANDÓN VIOLETA quiero ir dando voz a mujeres poetas que están actualmente en activo. Publicaré una vez al mes un pequeño artículo sobre cada una de ellas. El objetivo es dejaros con un buen sabor de boca y con hambre: hambre para que sigáis buscándolas y leyéndolas. Y espero que nunca os saciéis.En RESCATÁNDOME voy a darme voz a mí, a mi yo mujer, poeta y fotógrafa, madre, escritora y todas esas cosas que antes os he contado que hago. Será una sección más personal, pero de la que también espero que podáis disfrutar y que degustéis con placer.

Y ahora os cuento algo más en detalle cada uno de los proyectos… Ponéos el cinturón de seguridad que con este primero vienen curvas y no quiero que tengáis ningún accidente.

FILANDÓN VIOLETA


Sed bienvenidas y bienvenidos a este FILANDÓN VIOLETA. Empezamos esta andadura, pero antes, una pequeña declaración de intenciones y una presentación de lo que quiero hacer aquí.

DECLARACIÓN DE INTENCIONES

Nos reunimos, charlamos, hilamos versos y somos libres. Somos mujeres, madres, tías, abuelas, hermanas, hijas, escritoras, amantes, trabajadoras, amas de casa, luchadoras, idealistas, soñadoras…

Nuestro hilo es la palabra, el verso nuestra arma y la lengua la artillería que usamos para defendernos.

Somos violetas. Y nos reunimos a tejer palabras con nocturnidad y alevosía. Quien nos quiera escuchar, que nos siga de cerca.

PRESENTACIÓN

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua:

filandón

(Alterac. del ast. filazón, der. de fīlum).

1. m. León. Reunión nocturna de mujeres para hilar y charlar.

Empiezo esta sección con la idea de dar a conocer voces de mujeres poetas que tengo el honor de conocer.

El germen surge por una polémica de hace unos años. Pero no entraré en ella. No voy a hablar de Chus Visor, pero sí de Elena Médel y de su trabajo en “Cien de cien”. Ella se propuso recoger mujeres poetas del siglo XX para darles el reconocimiento que hasta entonces les fue negado. Yo me propongo recoger mujeres poetas del siglo XXI.

Tengo la bendita suerte de conocer en persona y de querer a muchas poetas que demuestran día a día en libros, escenarios, revistas y otros muchos sitios su talento. Ésta es una ANTOLOGÍA PERSONAL. Como todo lo personal es probablemente incompleto y está lleno de intereses: MIS intereses. Voy a ser injusta, caprichosa y subjetiva como Elena. Voy a poner aquí las poetas que me hacen vibrar. Espero que os sepa transmitir su latido. De cada una de ellas publicaré una brevísima entrevista, uno o dos poemas elegidos por ellas y una fotografía. Todas serán poetas que escriban en castellano, vivas y en activo en el momento de publicar sus textos. Y si lo tengo pondré enlaces a sus webs, blogs, etc.

Si quieres estar aquí escríbeme y dime quién eres y qué haces. No me comprometo ni a responderte ni a publicarte. No me comprometo más que a leerte. No me pidas más. Si no te publico puede ser porque: a) esté saturada por la vida; b) esté saturada por mis proyectos, éste y los demás que ahora tengo; c) no me haya dado tiempo a publicarte; d) no me apetezca publicarte; e) esté jugando con mi hija. Insistir puede ayudarme a cogerte manía, aunque intentaré ser amable y responder en unos plazos coherentes.

RESCATÁNDOME

¿Cuántas veces nos contaron de niñas aquello de “Érase una princesa a la que le pasaron todas estas cosas y vino un príncipe y la rescató”?

Yo no creo ni en príncipes ni en princesas. No creo en cuentos de hadas. Creo en las personas. Y no necesito que nadie me rescate más que yo misma. Aquí empezaré a rescatarme del olvido. A rescatar mi voz y mi mirada. Porque yo, igual que cada una de nosotras, lo valemos.

Publicaré textos, fotografías y reflexiones mías. Será una sección completamente personal. Espero que os guste igualmente y que os haga disfrutar con cada una de mis publicaciones. Y como no hay mejor camino que el que se hace caminando, empiezo con dos aportes: un pequeño poema, y una fotografía de mi querida Astorga.

LILITH

Robaré tu esencia de noche
para preñar mis cuadernos.
Si mi cabello ondea suelto
sobre tu cuerpo
aullaré tus lunares devorándolos.
Nunca más abajo. Arrodillada jamás.
Cabalgaré sobre ti
cogiendo las riendas de tus senos
y haciendo míos tus suspiros.

Pilar Escamilla Fresco
Texto publicado en el libro: (H)ojeándote

REFERENCIA DEL LIBRO
  • ESCAMILLA FRESCO, P, (2015), (H)ojeándote, Ocaña [Toledo], Editorial Lastura

© Pilar Escamilla Fresco

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Pilar Escamilla Fresco. Tejiendo en la sombra


Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida.
Y si tienes hijos, léeles poesías.
Sin poesía, no hay vida.

    martes, 23 de febrero de 2021

    CENANDO CON RODOLFO, por Pilar Escamilla Fresco

    Vaya situación, Marga. No debes pensar más en ello. Aceptaste, y venga, ve a por ello. Has de asumir tu responsabilidad y cumplir lo pactado. Aunque no te apetezca nada, aunque pienses que esto es una locura. Si es que mira tú a quién te vas a encontrar: se llama Rodolfo. Con ese nombre seguro que podría ser tu padre. O eso o es un pijo redomado de los de Serrano. Insoportable. Será un relamido con el pelo engominado y la barba de una semana cuidada. Típico que intenta ir como desaliñado pero no le sale ni de lejos. Se nota, lo mires por donde lo mires, que es un pedante y puro postureo. Pero al grano, Marga: esto no será tan difícil. Una cena. Se lo has prometido a tu prima. Ella dice que está preocupada y que cree que con este tal Rodolfo te puede ir bien. Pero lo que ella no sabe es tu “voto de castidad”. Tampoco es que lo vayas contando a los cuatro vientos, pero es que la gente debería meterse sólo en sus asuntos. Y es que tras varias relaciones a cada cual peor (el último era esquizofrénico diagnosticado y medicado, con eso se ha dicho todo), decidiste darte un tiempo. Necesitas una limpieza espiritual, que el karma vuelva a su sitio y los chakras se alineen. Pero nada, ni un mes después de decidirlo, va tu prima, tu prima metomentodo y te organiza una cita a ciegas con su compañero de trabajo. Consultor a más señas. Si es que seguro que es un pijo asqueroso con traje y corbata y cara de póker. Porque vamos, en esas consultoras sólo trabaja gente así, lo sabes de primera mano. Anda que no te fuiste rápido cuando tu prima te “enchufó” e hiciste allí las prácticas de documentalista. No encajaste. Pero nada, ha pasado mucho tiempo desde eso. Ahora te has comprometido y has de ir, aunque no quieras. Cuando ella te lo dijo fuiste poco rápida: podías haberle dicho que no te apetecía. Pero la viste tan ilusionada… “Se llama Rodolfo, y no te voy a decir mucho de él, pero t-e-v-a-a-e-n-c-a-n-t-a-r -dijo con una mirada que no sabías si era picarona y sarcástica- ha entrado nuevo este año y es… uy, no te diré nada. Sólo cena con él.” Y así estás ahora, mirándote al espejo con ninguna gana de salir a cenar y sólo pensando que lo único que quieres es tirarte en el sofá y leer bajo la manta con una buena taza de té. Pero bueno, a lo que íbamos… a cenar con ese tal Rodolfo. Si es que vaya nombrecito, Marga…

    Marga se pone un vestido sencillo, no quiere llamar la atención ya que sabe que es una cena de compromiso y que saldrá pronto, cogerá un taxi y directa a su piso. Dejó preparado en el salón el libro, bien colocado al lado de la manta.

    - No me toquéis el libro, ¿eh? Lo quiero en el mismo sitio en el que lo dejo.

    Marga habla con sus gatas como si la entendieran. Las gatas la miran y pareciera que dijeran: “Tranquila, humana, no te moveremos el marcapáginas”.

    Marga sale de casa con el bolso. En el bolso ha metido otro libro, más pequeño, por si su cita le hace esperar o, a saber, por lo que sea. Siempre lleva algún libro en el bolso. Y no ha cogido el que está leyendo porque es muy gordo. Éste, de poesía, es más fino. Así el bolso le pesa menos. Se asegura de llevarlo todo: cartera con documentación y dinero (no iba a permitir que un desconocido la invitase, hay que pagar a medias), llaves, el móvil con batería a tope, el libro y un cuaderno y boli. Lo de siempre, a lo que añade la mascarilla de recambio por si se mancha la puesta (dichoso coronavirus) y el hidrogel.

    Se mira en el espejo antes de salir de casa: bueno, no está nada mal. Sencilla, pero arreglada. El abrigo que se ha puesto le encanta. Es suave, como de terciopelo, con borreguillo en el interior. Se abraza al abrochárselo y se sonríe. Qué gusto salir de casa, tiene que reconocerse que en el fondo le apetece salir. Aunque no con ese tal Rodolfo.

    Coge el bus que la lleva desde su barrio al centro de la ciudad. Allí ha decidido darse un paseo antes de llegar al restaurante de la cita. El trayecto en el autobús es tranquilo. La gente parece ensimismada en su mundo, y con las mascarillas, están todos más aislados aún, mirando sus móviles. Marga saca el libro. Mira, se dice, me viene genial haberlo traído. Se baja en la última parada y empieza a andar. Se abotona bien el abrigo y se siente cómoda. Hacía mucho que no salía por el centro de la ciudad y reconoce que lo ha echado mucho de menos. La ciudad está bonita. Se acerca la Navidad y ya han empezado a poner decoraciones, hay luces y la gente está poco en la calle. Se siente más segura de lo que pensaba. Pensó que se agobiaría, que habría un río de gente que le impediría disfrutar del paseo. Pero no es así. Aunque es cierto que es un día entre semana. Se dice que seguro que el fin de semana se pone todo peor. Está en sus pensamientos cuando le suena la alarma del móvil. Es hora de ir al restaurante, no quiere llegar tarde, es una falta de respeto hacerlo y ella no lo va a hacer, desde luego. Revisa sus notificaciones antes de emprender el camino. Tiene un audio de su prima. Qué pesada, por favor… Se pone los cascos por si es algo importante (que sea que se cancela la cita, por favor, piensa a la desesperada). Escucha el audio. Qué bobería, por favor. Su prima sólo quiere desearle una buena velada y le cuenta un chiste “verde”: el de cenicienta y la sandía. Para chistes está ella, piensa. Lo escucha por respeto, con la esperanza última de que al final le diga: oye, abortamos misión, me ha dicho Rodolfo que no puede ir. Pero nada, acaba riéndose como una niña pequeña con el chiste que ha contado, se despide y le dice que por favor le mande un audio detallado con la velada en cuanto llegue a casa. Y repite lo mismo que dijo el día que le habló de Rodolfo: t-e-v-a-a-e-n-c-a-n-t-a-r.

    Jobar, prima, eres una pesada”.

    Es todo lo que puede pensar en ese momento. Guarda los cascos y el móvil en el bolso y se dirige al restaurante. Al entrar le dice al camarero el nombre de la reserva y le indica una mesa donde ya hay un “señor” sentado. Porque eso no es un “compañero” de su prima: es un jodido señor. En ese momento a Marga le salen todas las palabrotas habidas y por haber por su boca. Piensa que vaya encerrona la de su prima, que ese señor podría ser su padre, que por lo menos tiene 20 años más que ella, que ya le dirá cuatro cosas bien dichas cuando llegue a casa. Se presenta educadamente, intentando disimular su decepción.

    - Hola, buenas noches. Soy Marga, tú debes de ser Rodolfo.

    Rodolfo sonríe y asiente. La mira fijamente. Tiene los ojos bonitos, piensa Marga. Y sacude la cabeza, “boba -se dice- es un señor, que acabe esto pronto.”

    La cena transcurre como a cámara lenta. Resulta que Rodolfo es un señor pijo con cortijo en el sur. Y no se corta al decirlo, no una, no dos sino hasta tres veces. Marga le mira lo más educadamente que puede y se alegra de que sea un desastre de cita. Toma nota mental de todas las cosas que le va a decir a su prima en cuanto llegue a casa, porque sabe que sí, que mantendrá su voto de castidad, que sus chakras seguirán su camino para alinearse y podrá conseguir su objetivo. Seis meses de castidad, se propuso. “No es tanto, niña -se dijo-. Y más con estos candidatos. En fin.”

    Él está muy preguntón, dice que lo quiere saber todo de ella, le pregunta de manera casi inquisitorial y ella responde educadamente, pero sólo lo que quiere.

    - Qué poco habladora eres, reina. Pero tranquila, cuando acabe la noche te haré hablar por los codos.

    Y tras decir esa tontería, le guiña un ojo esperando que ella pille la indirecta. Pero lo que ella piensa es: “vaya mamonazo”.

    Por fin llegan al postre. Mira el reloj, ya ha perdido el último autobús, así que como ella pensaba le tocará volver en taxi. No pasa nada, al menos ha paseado por el centro. Lo echaba de menos y da gracias por el paseo. Está aprendiendo a agradecer algo cada día, a intentar ver la parte positiva de cada día. Aunque a veces le cueste.

    Ella pide una infusión. Él una pieza de fruta. El camarero le canta la retahíla de frutas que tienen disponibles y elige una rodaja de sandía. Marga piensa que es ridículo (se acuerda del chiste que le ha contado hace nada su prima) porque en diciembre pedir sandía… a saber de dónde viene la sandía en diciembre. Cuando traen los postres, ella mira a Rodolfo, que no para de mirar a Marga con una gran sonrisa.

    - Lo he pasado genial, Marga. Querría que acabásemos la cita en mi casa. Tengo una colección de libros antiguos de mis padres que creo que te va a gustar ver.

    “Ja, y una mierda, ahí quieres tenerme, pues no pedazo pijo de mierda”- piensa Marga.

    - No podré, Rodolfo, mañana madrugo mucho por trabajo y ya se nos ha hecho bastante tarde.

    - De acuerdo, lo entiendo. Yo siempre respetaré lo que decidas. Ya te he dicho que no hay nada más importante para mí que tu satisfacción. Al menos, déjame pedirte tu teléfono para volver a verte.

    Marga se lo piensa poco. Decide darle un teléfono falso: si al suyo le cambia un par de cifras, él nunca le podrá localizar. Salvo por su prima. “Mierda, vaya encerrona” - piensa Marga.

    En ese momento observa a Rodolfo. Ha cogido la rodaja de sandía y se la mete en la boca (¡¡¡no usa cubiertos!!!) y empieza a comerla con auténtica golosía, cayéndole chorretones por los labios, mojándole las manos, poniéndose, como ella diría, gocho… En ese momento, Marga recuerda su voto de castidad, sus chakras y el chiste que le ha contado su prima antes de la cena.

    Pensándolo bien, Rodolfo, sí quiero ir a ver esos libros que me has comentado.

    “Mierda, Marga… que merezca la pena, por favor”.


    RELATO INSPIRADO EN ESTE CHISTE

    Está el hada con la cenicienta y:

    Cenicienta: Pues tendría que cambiar de ropa, ¿no?

    Hada: Sí, no puedes ir al baile con esa ropa...

    Cenicienta: Querría un traje de raso, con una diadema de diamantes en el pelo y zapatos de cristal.

    Hada: ¡Qué dices, niña!, eso ya no se lleva. ¡Abracadabra!

    Y le pone a cenicienta una ropa de cuero con tachones, el pelo a lo arapahoe de color rojo y verde y botas de caña alta de color negro.

    Cenicienta: Bueno, y ahora un carro tirado por blancos corceles y un paje...

    Hada: De eso nada. ¡Abracadabra!.

    Y convierte una piedra en un Michubichi 3000 GT V6 286 CV Biturbo 24V.

    Hada: Bueno, pues ya está.

    Pero recuerda: A las "doce" de la noche tienes que estar aquí o se te convertirá el chuminillo en una sandía.

    Cenicienta: ¡En una sandía! Vale, hada madrina...

    Bueno, llega Cenicienta al baile, y primero había una cena y le toca sentarse al lado del príncipe.

    El príncipe se queda colado por ella, ella por él, paliqueando toda la comida.

    Y cuando llega el postre resulta que es sandía.

    El príncipe coge una rodaja con las manos y empieza a comérselo sin cubiertos, babeándose todo, con los churretones de sandía hasta los codos y haciendo un ruido así como schurlllpsss!, mientras Cenicienta mira espantada.

    Y entre dos rodajas dice el príncipe (con los churretones de sandía por toda la boca):

    Príncipe: Oye, Cenicienta, ¿a qué hora te tienes que ir?

    Cenicienta: ¿Yo?, ¡A LAS CUATRO DE LA MAÑANA!

    jueves, 14 de enero de 2021

    Silbar la risa

    Siempre recordaré, Edisa, tu risa musical. 

    Sin miedo.
    Así te enfrentas 
    .                   a los problemas,
    .                   a la vida,
    .                   a todos los golpes que ella te da. 

    Huérfana siendo aún casi niña,
    tuviste que hacer de madre de quienes eran tus hermanos. 

    Sin miedo caminas, 
    sin miedo... 
    Silbando mientras una sonrisa se dibuja en tus labios.

    Pilar Escamilla Fresco

    Poema del libro: Mi sombra sobre la falda de la montaña (Madrid: Caradeluna Ediciones, 2012

    FELIZ CUMPLEAÑOS, ABUELITA, 
    FELIZ 97 CUMPLEAÑOS.

    sábado, 9 de enero de 2021

    Vacío, de Rosa López

     Mirad qué cosa más bonita ha hecho Rosa, nuestra Rosa de España:


    Vacío

    Arte de verme tan diferente

    De no sentir que puedo ser normal

    Arte de estar sola entre la gente

    Y agachar la frente una vez más

    Por cada insulto mil lágrimas mías

    Por cada en diferencia una razón

    Maldita crueldad que me castiga

    Cada día sin razón

    Con miedo al reflejo que no miente

    Por miedo empecé a mentirme yo

    Con rabia y el cuchillo entre los que dientes

    Desnutriendo el cuerpo alimentando mi dolor

    Por cada sueño el precio es la tortura

    Cada desprecio trae desolación

    Tu estupidez aturde mi cordura

    Ésta lucha no la elegí yo

    Siento que este mundo no es el mío

    Nada llena esté vacío que me enseñe a ser mejor

    Sobra ropa aunque haga frío

    La vergüenza me ha traído a este lugar sin compasión

    Y pude que me sobren unos kilos

    Que no sea de tu estilo, que no sepas ni quién soy

    El peso que cambió mi alma

    No fue el de la balanza, fue el de la presión

    Soledad refugio para el día a día

    Soñando jugar con los demás

    Borrando la esencia que me dio la vida

    Para convertirme en una más

    Cada gesto aumentará mis dudas

    Buscando el camino de agradar

    El silencio esconde las heridas

    Y la risa, y la risa la verdad

    Siento que este mundo no es el mío

    Nada llena esté vacío que me enseñe a ser mejor

    Sobra ropa aunque haga frío

    La vergüenza me ha traído a este lugar sin compasión

    Y pude que me sobren unos kilos

    Que no sea de tu estilo, que no sepas ni quién soy

    El peso que cambió mi alma

    No fue el de la balanza, fue el de la presión