Publicación original: Los libros de Pilar
Creo que no me recuerdo sin algún cuaderno empezado, sin mis bolis de colores ni mis ganas de escribir. Creo que llevo escribiendo toda la vida. Diarios, cartas, relatos, poemas… Lo importante era vomitar lo que tenía en la cabeza y que no me dejaba seguir pensando. Demasiadas voces hablando sobre demasiados temas. Al menos, en el papel, les doy forma y las hago callar, a ratos. Puede que fuese fruto de mi yo-lectora-insaciable. Pero sea como fuera, el caso es que siempre tenía uno o varios libros leyendo (y con frecuencia, de niña, de edades recomendadas mayores que la mía) y uno o varios cuadernos empezados con distintos escritos.
Cuando sales de los diarios y escribes ficción hay algo en ti que te empuja a enseñar lo que haces, a mostrarlo, a buscar la opinión de los demás. En la escuela enseñé con mucha ilusión un relato que mi yo niña había escrito. Se lo enseñé a Doña Aurora, que así se llamaba mi profesora de Lengua y Literatura. La mujer debió pensar que nunca había visto algo tan mal escrito y con tan poca gracia que me dijo que se me daban muy bien las matemáticas, que me dedicase a esas cosas mejor. Pero soy cabezota. Y además, es que no puedo elegir. Tengo que seguir leyendo. Tengo que seguir escribiendo. Tengo que seguir respirando. Y así llevo años, y años, y años.
He tenido siempre ganas de ver publicados mis textos. En el instituto colaboré con el periódico del centro, que llamamos “8,30”, como la hora a la que empezaban las clases. También colaboré con la publicación Babar haciendo reseñas de lecturas infantiles principalmente. Y llegué a la universidad con un taco inmenso de poemillas y con muchas ganas de mostrarlos. También escribía relatos y participé en un concurso de una emisora de radio. Mi relato fue premiado con un lote de libros y la lectura del mismo a través de las ondas. Estaba emocionada.
En algún momento llegó a mis oídos la Red de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Organicé algunos de mis textos y los entregué. En aquella época era todo presencial y en papel, así que allí me planté, estaban cerca de Gran Vía y fui a saludarles y a entregarles una muestra de lo que hacía, que estaba escrito a máquina. Sí, a máquina. No con ordenador. Con máquina de escribir. Me trataron muy bien, me tomaron los datos y me explicaron que si encajaba me llamarían para dar algún recital de poesía joven en los locales que la Comunidad tenía adheridos. Tardaron muy poco en llamarme. Y me puse de los nervios. Tenía que dar un recital de poesía. Estuve practicando y seleccioné textos para leer en unos 50 minutos. Creo que los leí todos en menos de diez minutos. Histérica, casi sin pronunciar y metiendo el acelerador. Aún así, me volvieron a llamar. Y ya esta segunda vez me preparé mejor. Y lo hice intentando leer despacio, pronunciar las palabras, hacer las pausas. Conseguí hacerlo mejor. Pero aún así, no separaba mis ojos del papel, no miraba a nadie, y casi que mejor que nadie me mirase, porque era penoso, para qué engañarnos.
Por aquel tiempo entré en contacto con un grupo de jóvenes que estaban organizando, en residencias universitarias, un ciclo de canción de autor que se llamaría Ojalá’97. Allí conocí a mi “caballero de los ojos verdes”, mi hermano elegido. Una persona con una luz interior tremenda a la que quiero con locura. Y que nos hemos acompañado desde entonces. Agustín Alegre es músico, cantante y escribe muy bien, aunque le cueste mucho mostrar sus textos. Además, tiene unas tablas en el escenario que ya nos gustarían a los demás. Él me ayudó a prepararme el tercer recital que di con la Red de Arte Joven (bueno, y después muchos más, pero este fue el primero). Me enseñó a declamar, a mirar al público, el lenguaje corporal, a proyectar la voz, a hacer silencios y susurros, a jugar con mi voz. Menos mal. Ese recital fue un éxito brutal. Llené un auditorio, pequeño, pero auditorio. Me acompañó Agustín a la guitarra. E invité a mi prima Susi a leer unos textos conmigo en el escenario. Ése fue el principio. Y ahí conocí al que luego sería mi marido, el padre de mi hija y que actualmente es mi exmarido… pero cada cosa a su tiempo.
Estaba emocionada. También conocí a Arturo Ledrado, una persona muy inquieta y muy activa en Rivas Vaciamadrid, municipio donde yo vivía y vivo actualmente. Me propuso participar en una antología de poesía joven que llamaron “27 de 7” porque eran 27 poemas de 7 poetas. Ahí estoy yo. Mi primera publicación.
Pero de las antologías hablaré en otro artículo. Ahora, en este artículo, quería centrarme en mis publicaciones propias. Como dije arriba, en ese recital conocí a la que fue mi pareja durante muchísimos años. Con él realicé mi primera publicación propia. Se publicó en el año 2002 y se llamó “Perfil de sueños” y era un libro reversible. Por un lado estaban mis poemas. Le das la vuelta al libro, y por el otro están los suyos. De mis textos puedo decir que la mayoría son tremendamente adolescentes e inmaduros. Ahora los leo y sólo puedo sonreír con cariño y sentir algo de vergüenza. No me extraña que ninguna editorial me tuviera en cuenta. Son muchos muy malos. Pero ahí están. Diciéndole al mundo de dónde vengo. Hay poemas tristes, poemas de amor, poemas sobre el dolor, un poema al diablo… Hasta hay acrósticos escondidos. Pero como digo, nada que sea digno de ser recordado. Este libro fue autoeditado. Las ilustraciones de las cubiertas las hizo nuestra amiga Cris, cuyo nombre artístico es Egodea. Y salvo que alguien lo haya puesto a la venta de segunda mano, no lo vas a encontrar más que en alguna biblioteca (pero en muy pocas, sinceramente).
Mi segunda publicación también fue autoeditada. Se llamó “Mi sombra sombra la falda de la montaña”. Lo publiqué diez años después, en 2012. Estaba en un momento personal de metamorfosis y mi escritura estaba empezando a ser radicalmente distinta a lo que siempre había sido. Me sugirió un amigo que publicase una selección de lo que tenía escrito hasta ese momento a modo de cierre de etapa. Y así lo hice. También fue autoeditado. La ilustración de la cubierta también la hizo Egodea. Tiene bastante mejor calidad que el anterior, aún así, me siento muy alejada de sus textos y corregiría casi todos, por no decir que la mitad los tiraría a la basura. De ahí rescataré unos cuantos, emotivos, sinceros y que me siguen emocionando. Los poemas a mis abuelos, a mi madre, y los cinco poemas de amor más bonitos que he escrito (o que creo que he escrito). Al igual que el anterior, este libro ya no lo vas a encontrar en ningún lado. Quizás alguna librería de segunda mano, probablemente dedicado para alguien que ya no quiere conservarlo. Y quizás, también, en alguna biblioteca.
La tercera publicación fue en el año 2015 es ya con el sello editorial Lastura. Se tituló “(H)Ojeándote” y fue co-editado. Agustín dirigió una exitosa campaña de crowdfunding para poder financiar mi parte y para, además, y por fin, pagar a Egodea su magnífica labor como ilustradora. Y es que ella hizo no sólo el diseño de cubierta sino también las ilustraciones interiores del libro. Es éste un libro completamente distinto a los dos anteriores. Me siento más cómoda con el lenguaje que utilizo. Es un libro intimista donde podréis hojearme mientras ojeáis su interior. Además, y con la excusa de la campaña de crowdfunding, grabamos algunos videopoemas de los que estoy muy orgullosa. Puedes verlos en esta playlist: videopoemas. Este libro, como los anteriores, también está agotado en todas partes y sólo se puede encontrar en bibliotecas o en librerías de segunda mano.
Y mi última publicación individual es del año 2018. Atención, spoiler. también está agotado y sólo puede conseguirse en bibliotecas o librerías de segunda mano. El libro se llamó “Manual para borrarte de mi recuerdo” y lo publiqué con sello editorial, y, por primera vez, sin aportar ni siquiera una parte de la edición. He de agradecer al editor que apostara completamente por mí y me publicase este poemario. El texto es aún más distinto a lo anterior que he publicado. Además, incluye una serie de fotografías que he realizado yo y que van en relación directa con los textos que acompañan. La ilustración de la cubierta la realizó Rosa María Berlanga, amiga, poeta e ilustradora. Aún así, hay algunas cosas que podrían haberse mejorado, porque, por ejemplo, en el registro de la Agencia Española del ISBN el título del libro ha derivado desde el que es (“Manual para borrarte de mi recuerdo”) a “Manual para borrarte del mapa”.
A ver, que no digo yo que a quien se lo dediqué no quisiera borrarlo del mapa, pero vamos, tampoco era mi intención. Con borrarlo de mi recuerdo era más que suficiente. He intentado corregir este error de registro y parece que aún no se puede, pero queda esta anécdota como algo divertido… ¡espero! En mi canal de Youtube tengo colgada la presentación de este libro en la que participaron el músico Daniel Hare, la actriz Maricarmen González Oveja y las poetas Rosa María Berlanga y Beatriz Ruiz, todos grandes amigos míos y a quienes quiero con locura. Puedes verla en este enlace: presentación de “Manual para borrarte de mi recuerdo”.
Y hasta aquí mis publicaciones individuales, más o menos. En los siguientes artículos os hablaré de otras publicaciones en las que participo, antologías, homenajes, etc. Por ahora ya no os doy más la lata. Bueno, una última cosita: estos libros los he colgado de manera gratuita en mi web. Así que si quieres leerlos en digital, ahí los tienes, descarga libre, gratuita y legal, ya que soy yo misma quien los comparte.
TEJIENDO EN LA SOMBRA
Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, caracol o tortuga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.
Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es
Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida.
Y si tienes hijos e hijas, léeles poesía.
Sin poesía, no hay vida.