No somos creyentes. En casa no somos creyentes. Y a nuestra hija desde pequeñita le hemos contado que los regalos se los hacemos las personas que la queremos y porque la queremos. Guarda el secreto con un celo impresionante: hasta con adultos me suele preguntar
¿y lo sabe, puedo hablar de que lo sé? Sabe que no debe estropear las tradiciones de otras familias. Y tiene una ilusión en estas fiestas tremenda: porque nos reunimos toda la familia, porque ve a todos sus primos, porque le hacen regalos quienes la quieren... Y porque tiene ocho años. Le gustan los regalos, la música, el alboroto, la decoración, las luces, la sensación de magia, los cuentos y las historias que rodean toda la celebración. Sus ojos brillan con cada tradición y con cada detalle. No somos creyentes. Pero nos regalaron hace años un calendario de adviento de tela. Es un árbol de tela y de unas arandelas, a modo de adornos navideños, cuelgan saquitos, uno por día (vienen numerados). Dentro metes la sorpresa que deseas dar. Este año cuando la niña está conmigo, los regalos son para ella. Y cuando estoy sola, ella ha elaborado los míos. Mirad qué regalos me pone en los saquitos de esta semana y decidme: me la como, ¿verdad? Si es que adoro a esta niña ¿cómo no hacerlo?
- Hoy te vas ha (sic) tomar un capuchino gigante en tu cafetería favorita
- Vale por un día mami e hija ¡¡¡De relax!!!
- Vale por un adelanto
- Vale por una tarde de cuentos y fotos
- Vale por un día poético
- Hoy tienes el día libre. ¡Haz lo que quieras!
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