lunes, 5 de junio de 2023

17 Diversas

Publicado en: 17 DIVERSAS. MasticadoresFEM

Son las alas de las mujeres que se agitan al ritmo del silencio, de la autoafirmación, de la música en un salón de baile donde son las dueñas absolutas de sus almas, de sus diferencias y de sus incertidumbres.

En ellas la poesía se recrea en claras señales que las describen en lo cotidiano, a la vez que aportan una mirada a lo social y establecen un diálogo consigo mismas para deshacer nudos escribiendo desde la verdad con autenticidad y pasión. (Paz Martínez (ed))

Con estas palabras nos presenta mi querida Paz Martínez esta antología que es, para mí, la más emotiva y la más bonita en las que he tenido el honor de participar.

A los que me leéis ya sabéis que Paz Martínez llegó a mi vida un día gracias a Rafa Mora y Moncho Otero y no hemos querido, ninguna de las dos, desvincularnos. Su persona hace que este mundillo literario que a veces es un tanto amargo, sea dulce y suave, como los sauces que tanto le gustan a Paz. Paz me propuso participar en una antología de mujeres escritoras. No conocía nada más del proyecto. Pero a Paz la seguiré en todo lo que proponga, así que le dije que sí sin pensarlo dos veces.

Conforme el proyecto iba avanzando, me pidió los textos para mi participación y le mandé bastantes cosas, la verdad, y variadas. Temas de amor, de familia, sociales… Ella eligió unos textos que tengo publicados en mi primer poemario (ya agotado y que sólo encontraréis en librerías de segunda mano o en bibliotecas)  para mis abuelos Edisa y Lauren. Mi sorpresa fue mayúscula porque la editorial que lo iba a publicar era Marciano Sonoro. Creo que cuando me di cuenta me puse a llorar. Y esto, queridos y queridas, tengo que explicároslo. Marciano Sonoro es una editorial que tiene su sede en un pueblo que está muy cerquita de Astorga: San Román de la Vega. Es el pueblo natal de mi abuelo Lauren. El pueblo donde mis abuelos tenían la casa familiar en la que pasé todos los veranos de mi infancia. Definitivamente, Paz tiene un olfato increíble. Para este libro, para esta editorial, eligió los textos que dediqué a mis abuelos. Creí morir de amor y de emoción. Hasta tal punto que escribí a los editores. Os pongo algunos párrafos del correo que les mandé para que entendáis de qué manera estas cosas son importantes para mí.

Todos los veranos de mi infancia y de gran parte de mi adolescencia los pasé en una casa pequeña y humilde que mi abuelo construyó sobre su antigua casa familiar en la calle Eleuterio Canseco. Esa casa ya no está en mi familia, se vendió y en San Román ya no me quedan más que recuerdos. Recuerdos de los baños en el canal, de bajar al río a bañarnos. De recoger moras por todos los caminos. Del lúpulo. De ir en bicicleta con mi abuelo los martes a Astorga y volver con más bolsas de las que podíamos cargar. De ir a Sopeña al nacimiento del canal. De las vacas de Esther y la leche que me mandaba mi abuela recoger por la noche con cuidado de que no se me cayese. De la panadería. De la tienda a la entrada del pueblo. El bar con la televisión y las partidas de mi abuelo a las cartas. […] Mi abuelo nos dejó el año que nació mi hija, en el 2007. Pocos años después mi madre y sus hermanas vendieron la casa familiar. Mi abuela, a día de hoy, sigue viva. Son casi 99 años y ella y Enedina eran vecinas, amigas, compañeras. Mi abuela sigue viva pero ya no sabe quién es, ni con quién está, ni dónde está, ni siquiera cuándo está. Mi abuela hace muchos años que nos dejó (ella, su mente, su memoria), pero su cuerpo sigue aquí. Está muy mal. Lleva dos meses ingresada en un hospital en León ciudad. Nos dicen los médicos que mañana no abrirá los ojos. Esto es válido para cualquier mañana desde hace dos meses. Mi abuela, Edisa, mi primera Edisa, se va, nos deja. Pero deja lo más precioso: un buen puñado de nietos y de bisnietos que la adoran y que hemos ido yendo a besarle, a despedirnos, a darle las gracias por todo, por sus historias, por sus tejidos (siempre haciendo punto y ganchillo), por su amor, por sus enseñanzas, por sus croquetas, por sus rosquillas, por esa mantequilla que hacía con la nata de la leche recién ordeñada, por habernos querido de esa manera que sólo ella sabía querer. No sé si seguirá aquí cuando se publique el libro. Pero sí sé que ella conoció los poemas que incluís. Y que le emocionaron. Es su vida. Mi dulce Edisa. Mi hija tiene ahora 15 años y lleva su nombre. Mi pequeña Edisa.

Mi abuela nos dejó la Nochebuena del año pasado tras unos cuantos meses de agonía. Y una semana después presentamos este precioso libro en la biblioteca de Astorga. Conseguí sacar algo de voz para no irme llorando entre los asientos mientras leía. Pero esto queda. Mi abuela vivirá por siempre en nosotros, y en todos los que leáis mis palabras.

***

Tras esta parte tan personal, quería comentar algunas cosas más de esta antología, que al final no hablo de ella. Mirad la portada que los editores han elegido:

¿No os parece una auténtica maravilla? Es un trozo de una obra de la pintora Artemisia Gentileschi titulada Judit y su doncella. Artemisia es una de mis pintoras preferidas de todos los tiempos. Su vida, desde que la conocí, me estremeció. podéis saber más de ella en muchos sitios de internet como la enciclopedia de Historia/Arte y la archiconocida Wikipedia.

Y no quiero dejar pasar la oportunidad de dar las gracias a Paz Martínez por haberme descubierto a un buen puñado de mujeres que comparten conmigo espacio en las páginas de esta antología y que me han supuesto un maravilloso descubrimiento algunas, y a otras las considero amigas a las que, incluso, he dedicado alguno de mis Filandones Violetas y a las que no lo hice aún, espero hacerlo en breve: Inocencia Montes, Cristina Flantains, Tina Escaja, Nuria Viuda, Maite Ugalde, Margarita Álvarez, Ana Ares, Gema Bravo, Marien Del Canto, Ana Lamela, Mercedes G. Rojo, Antía Eseuve, Antonia Álvarez, Sara Otero, Paz Martínez y Violeta Serrano.

Quiero compartir también algunos de los poemas que se han incluido en esta antología. Hay algunos más en mi web, os animo a buscarlos.

Y en último lugar, pero no por ello menos importante, quiero destacar lo acertado de la elección del título. Me siento «Diversa» desde hace tantos años que es para mí un orgullo y un honor estar aquí. Me representa.

No os olvidéis de buscar el libro y leerlo. Buscadlo en las librerías, pedidlo a la editorial, o en las bibliotecas. Pero leedlo. Gracias por estar al otro lado. Nos vemos el mes que viene.

© Jesús Mandriñán  

TEJIENDO EN LA SOMBRA

Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, caracol o tortuga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida.

Y si tienes hijos, léeles poesías.

Sin poesía, no hay vida.

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