Recupero mi afán de compartir poemas de mi pasado.
Esta entrada es del pleistoceno anterior. Está publicado en mi anterior libro Mi sombra sobre la falda de la montaña. Si tienes curiosidad por leerlo puedes comprarme un ejemplar (son sólo 10€) o te lo puedes descargar (sí, te lo doy gratis en digital) aquí:
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Feliz lectura.
Este poema tiene una dedicatoria especial: al hombre libre. Al hombre que vuela libre, que ama libre, que sueña libre, que vive libre.
Sed benévolos. Es de los años 96-97. Todos éramos otros entonces.
SEGUNDO POEMA
Te dejo con tu libertad.
Volverás a mi vida
(o quizás vuelva yo a la tuya);
volverás a desear mi calor
(y quizás te lo dé yo).
Pero hoy dejo que vueles
en pos de una vida,
de tu vida en libertad.
Te dejo con tu silencio.
Cuando nos veamos volverás
a recitarme de memoria poemas
(o quizás sean las canciones
que silba el viento tras la puerta).
Pero hoy te alejas,
mirando sin mirar.
Y te dejo ir.
Quiero creer que las caricias
húmedas que siembras
en mi espalda
volverán contigo...
Te vas. Y te dejo ir.
Una mentira piadosa,
¿lo sabemos?
Yo no quiero reconocerlo.
Te dejo con tus grandes alas.
Esas que volverán a abrazarme
cuando vuelvas y me veas
(o quizás no te atrevas,
o quizás nunca vuelvas).
Te dejo marchar y el miedo...
No sé si deseo que se vaya.
Su presencia, dulce, es como tú.
A mi lado el miedo camina
de puntillas, para no herirme.
Como tú, que te alejas rápido,
mirando sin mirar,
porque sabes y no quieres,
que nuestras miradas se crucen.
Volverás a besarme ¿verdad?
Lo haces tan bien...
Pero ahora te vas lejos
y yo... yo te dejo ir
con tu libertad,
con tu silencio,
con tus grandes alas,
con tus besos
(con tus tiernos besos).
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