domingo, 10 de diciembre de 2017
Insomnio
Texto completo: Insomnio. Vídeo del poema.
Perdonad la mala calidad del audio, los medios de que dispongo son limitados.
viernes, 8 de diciembre de 2017
Ven conmigo
*****
Ven esta noche conmigo.
Desata mis vértebras
. una a una
mientras culebreo en tus entrañas.
Siente cómo bailo sin uñas
y luego las saco para hacerte gritar mi nombre.
No sé si sabes
que las yemas de mis dedos
tienen el perfume de tus arterias
y que si te cuelas entre mis piernas
te haré gritar en sueños.
Ven esta noche conmigo.
Cúbrete con mis pestañas
y deja que mis senos rodeen
. el aire que respiras.
Quizás descubras que tengo escondidos
los rincones que tus pesadillas buscan
. para jugar al escondite conmigo.
Ven esta noche a mi lecho.
Déjame dibujarte con mi pintalabios.
Pintar tus lunares con mi rimmel
y recortarte para que adornes mis poemas.
Te llevaré en silencio a la playa
donde desearás gritar mi nombre tres veces,
y donde suplicarás que suelte los rotos
con los que te adorno.
Ven conmigo esta noche
a romper mi voz con tu lengua,
a recorrer mi piel que sabe a vainilla y galletas.
Desliza tu mano indiscreta bajo mi blusa
y llena de ti mi vientre maduro.
Ven conmigo esta noche.
Mañana será tarde
y al despuntar las nubes rosas en el horizonte
me habré marchado para siempre de tus duraznos.
Si quieres te llevaré conmigo de la mano
a recorrer el Mediterráneo
y convertiré mi cuarto en un barco
donde el deseo se maree sin apenas rozarlo.
No pierdas la oportunidad.
No siempre te esperaré despierta.
Ven
. conmigo
. esta noche.
viernes, 10 de noviembre de 2017
El día menos pensado
El día menos pensado
el café te sabe dulce y no amargo,
te preparas una tostada con jamón serrano,
y los alfileres de agua no duelen cuando te duchas.
El día menos pensado
decides ir a trabajar con tu camisa de flecos,
con una flor en el pelo, los labios pintados
y una sombra rosada en los párpados.
El día menos pensado
coges el autobús y descubres sorprendida
que la primavera llora amapolas sobre las rotondas,
y el cielo amanece sin nubes aparentes,
El día menos pensado
Madrid te engulle sin masticar y de golpe
no duele el aire gris o la sombra de los rascacielos,
ni tú te duermes por los pasillos del metro.
El día menos pensado
quien te quita el sueño desaparece de tus noches
y te das cuenta de que hace más de dos días
que no pronuncias su nombre cerrando los ojos.
El día menos pensado
sabes, y no sabes por qué lo sabes,
que has empezado a olvidar y no quieres hacerlo,
pero que debes girar en la siguiente plaza.
El día menos pensado
te acuestas con mariposas en la almohada
y despiertas con un atrapasueños
colgado de tu ventana aún cerrada.
Pilar Escamilla Fresco
domingo, 15 de octubre de 2017
Los recuerdos nublados
Los recuerdos nublados,
como tu despertar.
Costa rocosa de Galicia,
que amaneces borrosa
y recibes al día
pensando en la despedida.
Mas no es sino una forma
de decir buenos días
sin una sonrisa.
Galicia melancólica,
triste y dormida.
Bajo las aguas enterradas
de tus Rías Baixas
mis sueños más hermosos yacen,
esperando resurgir
quizás ser olvidados.
Los recuerdos nublados, Galicia,
como tu risa, mar y costa rocosa,
que amaneces borrosa,
y recibes caricias,
que ya están perdidas.
Galicia, como tu brisa.
Pilar Escamilla Fresco
Durante varios años de mi adolescencia fui a pasar parte del verano a la Playa Patos, en el Concello de Nigrán, una zona rocosa y poco explotada en aquella época, situada entre Vigo y Bayona. Mi tío Benja, mi tío guay, el que hacía parapente y viaja como ninguno, el que nos daba vueltas en su moto, allí tenía un apartamento que nos dejaba en verano. Y yo paseaba por esa playa salvaje y miraba esa tierra rebelde que siempre me dejó enamorada, siempre, siempre... y hoy, más que nunca. Aunque este poema no es nada bueno, tiene más de 25 años y yo, yo, hoy, no quería acostarme sin recordar aquellos momentos que también estuvieron llenos de incendios en la zona.
Nunca máis, nunca máis, nunca máis...
miércoles, 20 de septiembre de 2017
Café, cigarro y piel
Tengo muchas imágenes de ti en mí. Tantas que no sé por dónde empezar. Tu boda y yo enseñando presumida ese anillo que por fin estrenaba. Tú embarazada, Javier corriendo por las calles de San Román y Astorga junto con mi hermana Ana. Tú enseñándome tus casettes de Pimpinela, Jeanette y Charles Aznavour. Yo cantando contigo. Las dos desafinando. Descubro un poema en una postal dentro de uno de tus libros. "¿Es tuyo?", te pregunto. "No, querida", me dices "yo no tengo ningún talento". Mientes, Bego, mientes y lo peor es que no lo sabes. Tienes millones de talentos y has dejado agujeros tan profundos en todos nosotros que no podrán taparse jamás. Pero porque no queremos taparlos. Porque todos querríamos que siguieras a nuestro lado, recorriendo las Ramblas mientras nos reímos de quienes llevan colonia de pijos o vestidos imposibles. Eres mi ángel, lo sé. Me enseñaste mucho, aunque no lo pudieras saber o quisieras creer. Me enseñaste a ser valiente. A enfrentarme a mis miedos. Me diste las ganas de vivir que a ti te faltaban. Me enseñaste a mirar la vida por todos los lados. Me enseñaste el Romance del Conde Olinos. Me enseñaste a leer poesía en las estanterías llenas de libros de historia del abuelo. Me enseñaste a buscar más allá de lo que vemos. Me enseñaste la rabia. Me enseñaste la resignación. Pero acompañada de ganas de luchar. Me enseñaste a no rendirme. Me enseñaste la lasaña y los fideos de arroz con verduras. Si soy adicta al café creo que es por ti. Me enseñaste a llorar, llorar suave, llorar callado, llorar alto, llorar a gritos, llorar de cualquier forma, pero llorar. Te dolía la vida a la vez que la amabas. Amabas respirar mientras fumabas y te lanzabas de cabeza, directa, a estrujar esos pulmones que te alejaron de todos los que te queremos y seguimos pensando en ti tantas veces que pareciera que no te has ido, pero lo hiciste, lo hiciste. Y duele saberte ausente.
Allá donde estés quiero que sepas que no te hemos olvidado, ninguno. Tu hijo es un hombre bueno, hermoso, trabajador y feliz. Ha encontrado la paz y el amor. Yo sigo con mis luchas, pero voy venciendo poco a poco a mis demonios. Me gustaría que vieras en qué me he convertido, todo lo que he conseguido y estoy consiguiendo. Me gustaría que conocieras a mi hija ahora que ya no es un bebé, la adorarías. Y te alucinaría como me alucina a mí. Te consideré siempre mi hermana mayor. Eras mi madrina, mi dulce hada madrina. En los días y las noches, protegiéndome sin saberlo, sabiéndote a mi lado y sintiéndote cerca. Que sepas que toda esa oscuridad que te tragabas no podía apagar el enorme corazón que tenías. Pero sí apagó tus pulmones. No puedo evitar pensar que hoy cumplirías 60 años y que tenemos que celebrarlo, joder, porque 60 años es una edad increíble. Pero no estás aquí para celebrarlo. En cambio aquí estoy yo, de madrugada, llorando porque quiero abrazarte una última vez. Como aquel fin de semana que me escapé a tu casa a la espalda de la Sagrada Familia para verte en ese hospital donde te consumías. Y lloraste como una niña pequeña al verme porque no me esperabas. Y te abracé pensando que quizás no volvería a hacerlo... Y no volví a hacerlo... no a ese cuerpo menudo, pequeño, frágil que siempre me miraba con más amor del que yo creía merecer. Y en eso somos tan iguales: amamos tanto a los demás que nos olvidamos de amarnos a nosotras. Pero las coincidencias entre tú y yo no se quedan ahí. La enuresis nocturna que tanto tiempo se me ocultó que tú también padeciste tantos años. El amor imposible. La culpabilidad. La fusta interna que hace que seamos culpables de cualquier desastre que ocurra. El miedo. Pero la sonrisa para los demás, el abrazo incondicional y esa inmensa facilidad de escuchar y querer, de amar a pesar de todo, gracias a todo.
Una de las últimas frases que me dijiste fue para mí una de las más importantes de mi vida: "Pilar, cariño, no hagas con la comida lo que yo he hecho con el tabaco.". Y a punto he estado de fallarte. Pero no lo haré, no lo haré. Porque allá donde estés quiero que mires con orgullo que yo de ti he aprendido lo que no llegaste a creer nunca: las ganas de vivir.
Te echo de menos. Siempre te echaré de menos. Y nunca, nunca, nunca dejaré de quererte.
Más ilustraciones sobre la depresión: depression illustrations.
Más relatos de esta colección: Amor, neurosis y vida
Mi playlist de Spotify sobre estos posts hoy ha crecido un poco más: Neurosis.
jueves, 14 de septiembre de 2017
Bolso grande
Bolso grande (diciembre de 2013)
jueves, 24 de agosto de 2017
Olvidarte o morir de amor
Cuentan que los elefantes tienen una memoria excelente.
Recuerdan más allá de lo que nuestra imaginación puede sospechar.
Si pierden a un ser querido, sufren un duelo inmenso.
La manada se vuelca con ellos, los cuidan.
Ya con los cuerpos descompuestos, son capaces de reconocer el esqueleto de quienes amaron y acariciarlo.
Y se han dado casos en los que evitan de comer y se acuestan cubiertos de lágrimas.
Dejándose morir, literalmente, de amor.
Es ahora cuando he de enterrar tus huesos.
Recuerdo cada rincón que la piel que los cubría me tocó.
No quiero recordarlo.
Te llevo hacia el páramo
donde árboles y matorrales secos
serán tu única compañía.
Llevo la sombra que dejaste cuando marchabas
y la luz que me diste cuando volvías.
Te llevo despacio, casi sin que te des cuenta.
Quiero enterrarte en lo más profundo de la Laguna Negra.
Allí donde no te encontraré jamás.
Y de donde jamás volverás a salir.
Voy sola.
Le dije a mi sombra que se quedase en casa.
No quiero testigos que recuerden
dónde te puse.
Tus huesos pelados huelen a ti.
Ha sido imposible quitarles el olor
de la mañana recién horneada
y de las legañas que abrigan tus ojos.
En el cesto chocan entre ellos.
Y su voz suena a calimba africana.
Mientras camino,Llorosa como un ángel de piedra
que esconde su rostro dolido entre sus manos.
Llamando con gemidos aguados
a quien sonríe entre cervezas sin espuma.
voy dejando melodías al viento.
Llegando al lugar el viento camufla mi rostro.
Los ojos se esconden
tras el límite que el aire marca.
Vuelven las lágrimas.
Vuelves.
Respiro.
Respiro hondo.
No podré.
Ahora sé que no podré.
He de volver atrás
y buscar
el sitio
donde me dejaré caer.