en las que tus lunares me despiertan
sin tenerlos a mi lado,
y que hago desaparecer con mis pestañas
los cientos de kilómetros que nos separan,
sólo para que la mañana nos descubra
bajo la suavidad de mis sábanas.
Si yo te dijera que hay amapolas
bajo la piel de mi espalda
que en silencio te llaman,
y que buscan en tus sueños tus miedos
para que se junten con los míos
y los enfrentemos juntos desde lejos.
Si tú supieras que las nubes se lamentan
cuando truenan tus mañanas
y no despierto en tus brazos,
que hago el cíclope a solas con mi reflejo
buscándote en los bordes de los espejos,
y que el vapor tras la ducha te trae a mí.
Si tú supieras que las estaciones de tren
se quedan vacías sin el sonido de tus pasos,
que cualquier andén es un laberinto
buscando tu rostro entre la multitud,
y que una vez en el tren todos los paisajes
difuminan tu risa bordeando las vías.
Porque hay formas de respirar
que te traen justo a mi vereda,
y mis labios dejan señales en tu piel
para seguir leyéndote donde lo dejo
cuando mi cama se hace inmensa.
Que me visto con el uniforme de tu vientre
y siembro flores en tus pesadillas
para no aullar a los cipreses de mi calle.
Si te lo dijera, si lo supieras...
. ¿vendrías?
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