Moriré el día que despierte
sin el hueco de tu cuerpo
en mi colchón,
sin el aroma de tu piel
en mis sábanas,
sin tu esencia
derramada en mi mañana.
He decidido morir un jueves.
Simplemente para seguir estando,
como siempre, en medio de todo.
Los lunes los dedico a las prisas.
Los martes tienen jaqueca.
Los miércoles toca jugar con la luz y el color.
El viernes tiene vértigo en la carretera.
Y todo el fin de semana
el desorden de mis lunares
baila sobre tu rostro somnoliento.
Es por eso que el jueves
es un buen día para morir.
Pilar Escamilla Fresco
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