¿cómo es la vida,
sin la vida?
Eva R. Picazo
Pregunta Eva que
“¿cómo es la vida
sin la vida?”.
Déjame tratar de explicártelo:
es gris, muy oscuro, prácticamente negro,
como los restos de una hoguera,
las cenizas apagadas del incendio
involuntario
de los sueños.
Yo, que normalmente estoy
desbordada de color,
hay veces que me siento A P A G A D A,
y, como tú dices,
como una “autómata suicida”
a quien sólo retiene en el día
la búsqueda del arco iris
para poder ofrecérselo a mi hija.
A veces me levanto
con cenizas en los bordes de los ojos,
que cubren de bruma mi mirada de poeta
escondida entre altas colmenas con celdas-oficinas.
Déjame explicarte, Eva, que,
a veces mis despertares tienen
más ganas de morir
que sueño,
y que ese silencio a las cinco de la mañana
sólo lo pinta,
y con esfuerzo por mi parte,
la cara redonda y dormida de mi hija.
Yo que a veces me desbordo
de risas y sonrosadas mejillas,
hay días que despierto y sólo deseo
meter mi cabeza bajo tierra
y desear que ningún gusano
se cruce conmigo.
Así es mi vida sin vida.
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