Paseando por ese pueblo el tiempo parecía retenido. Un paréntesis en tu vida. Eso es lo que buscaba cada vez que allí marchaba. Un paréntesis. Siguió andando por la muralla. Allí se encerraban muchas historias. Historias de las grandes, e historias de las pequeñas, de su pequeña y personal historia. La última estaba a punto de escribirse. Se asomó al mirador. Un mirador por el que se había asomado tantas veces que ya no podía ni contar. Allí había estado con sus abuelos, con sus padres y hermanos, con sus hijos, y con sus dos grandes amores. Ahora ya no quedaba ni rastro de ellos en su vida. Dolor, resignación. Volvió a mirar. Bajo él, el infinito en forma de llanura, lejana en su propia altura. Al fondo, el Teleno nevado observando. Se decidió. Dio un paso, subió el muro y echó a volar. Ser un vampiro eterno tiene ventajas, pero sobrevivir a tus seres queridos no siempre las compensa.
Este microrelato lo presenté al concurso del Bardeblás (http://www.bardeblas.com/) de Burgos. No ganó, pero ha salido seleccionado y publicado en el libro de este año. GRACIAS.
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