Hay soledades más grandes que la evidente
soledad de no tener nadie a tu lado.
Soledades que te hunden para dentro el pecho
como si fuera de plastilina o de goma.
Puedes estar solo en medio de una ciudad inmensa
rodeado de millones de personas solas como tú.
Puedes estar solo en medio de la oficina
con cientos de compañeros hablándote a la vez.
Hay soledades que ahogan el grito que quiere salir
pero no sale por miedo a no ser oído.
Y soledades que se prenden de tu camisa con un alfiler
y que no se sueltan en semanas, meses, años.
Hay silencios que marcan compañía cuando estás solo;
porque la mirada callada de ese desconocido
puede acompañarte más en tu camino
que el ruido atronador de la multitud a tu alrededor.
Hay soledades de las que es mejor huir,
y otras de las que no se puede huir.
Aunque también es verdad, como dice el refrán
que es mejor estar solo, que mal acompañado.
Pilar Escamilla Fresco, Enero 2010
Así es, buena es la soledad elegida, y horrible la otra que más bien es abandono. Saludos. Jesús.
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