El día se diluye en la mañana mientras yo me alejo de casa.
El tráfico devora las horas
destrozando nervios
anulando deseos…
Un Ángel negro vigila los sueños de los que aún duermen
y los que deseamos estar no despiertos cerramos los ojos
llamándole calladamente en la distancia.
El Ave Fénix resucitó de entre sus cenizas,
y Madrid resucita cada día de entre sus calles de polvo ceniciento.
Si recorro las calles aún dormida buscando la oficina
no es por placer,
es porque el deber llama a mi conciencia cada mañana
recordándome que el trabajo me espera
mientras mi mirada desespera
por perderse entre las sombras que no despiertan.
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