domingo, 16 de octubre de 2005

ESCALAS DEL COLOR DEL SUEÑO / La

Lanzas flechas envenenadas a mi piel
y en vez de heridas me causan hondas penas gruesas lágrimas.
Logras así colarte en mis venas y recorrerme entera
cada vez que inspiro expiro
y la sangre circula de arriba abajo por ellas.
Llego a creer que considerar el pasado y el presente
es el único futuro plausible que puedo esconder de ti.
Cualquier cosa que hago parece ir hacia ti, y a la vez,
huye de ti todo mi ser cuando te siento cerca
porque misteriosamente no tengo más dueño que el fuego de tus pestañas
y cuando me miran parecen esconder y mostrar todas mis miserias más íntimas.
Lavas mi deseo y lo blanqueas con química amarga.
Si no pienso en nada, si no siento nada,
si no veo o no huelo nada, floto en el océano de las palabras ausentes.
Vuelves sin yo llamarte, y así como vuelves ruego que te marches
que dejes de ser silencio,
que dejes de ser palabra callada y susurrada de madrugada.
Desátame esos lazos que me cubren de ti aunque me inciten a lanzarte lejos de mí.

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