Domingo por la noche.
Las horas caen lejanas y el silencio aterra hasta las más pequeñas palabras.
Un murmullo de amarillo me mira desde la distancia,
y yo, a través de la ventana, le devuelvo lentamente la mirada.
El sueño delimita mi tiempo mientras yo lo tiro al vacío.
Y vienes a mí
desde las fronteras de la fantasía
dominas mis sentidos mis pensamientos mis deseos
rodeas mi ensueño morado convirtiéndolo
en negra noche oscura y silenciosa.
El silencio, de nuevo, viene a mí llorando palabras que le sobran,
que no quiere, que desprecia…
Y yo, renegando de él,
le devuelvo todo lo que recogen mis manos agujereadas
que no dejan escapar más que suspiros de color plata.
Donde no llegan mis sueños
donde no llueve nunca
donde no hay ríos ni montañas ni mares
donde la arena se cuela en tus entrañas
rugen mis legañas anhelando tu presencia aún lejana.
Si vienes, parece que te estás marchando.
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