Cuando aún estaba en el instituto, en un viaje de esos eternos en coche sin aire acondicionado, con seis personas en un Renault 5, la baca llena de bicicletas y el maletero desbordado de enseres, el silencio estaba, simplemente, descartado. En uno de estos viajes, decía, escribí con lápiz porque en vertical el boli no escribe, y pegando el papel al cristal de una de las ventanillas traseras del coche, un texto a modo de cabreo. Años después, lo usé mucho en recitales y, si no recuerdo mal, no lo tengo publicado en ningún libro. Mi amiga la actriz y dramaturga Carmen G. Oveja lo ha usado en una de sus creaciones teatrales y por ella, hoy lo rescato. Recordad que lo escribí siendo aún adolescente. No seáis muy críticos. Y gracias, amiga Carmen, por darme voz en tus escenarios. Te quiero.
Palabras
¡Palabras!
En este mundo todo son
¡Palabras!
Promesas incumplidas
¡Palabras!
malsonantes e insultantes
¡Palabras!
contratos y patrañas
¡Palabras! ¡Palabras!
Verdades dolorosas
¡Palabras!
Verdades falseadas,
verdades camufladas,
¡Palabras!
Vanidades sonoras
¡Palabras!
¡Palabras! ¡Palabras!
¡Que se calle el mundo!
¡palabras!
El mundo estalla de palabras.