La loca soy yo cuando me convierto
en un globo aerostático que vuela a tu lado
y tú sólo deseas lanzarte desde la roca más alta
para volar entre aquellos pájaros.
La loca soy yo que recorro tus venas
y me quedo atascada entre tu codo y tu muñeca.
A veces el silencio mata.
A veces matan las palabras.
Pierdo la fuerza que necesito para seguir caminando,
para dar, despacio, un paso tras otro,
para que mis pies no se arrastren por el suelo
y sean capaces de llegar al final de esa calle
o a esa esquina donde he quedado contigo.
Porque no soporto sentir el dolor en mis piernas,
y porque no dejo de sentirlo;
porque soñar ya se ha convertido en un deporte de riesgo;
y si ahogo mis ronquidos con la ventana abierta
arrastro las cortinas a la calle.
Sí, la loca soy yo yo porque me sumerjo donde no debo,
porque me bebo lo que no debo,
porque devoro lo que no debo.
La loca soy yo por llenarme de capas,
por convertirme en muñeca rusa y esconderme de la vida,
huir y darte una excusa para no volver a mi lado.
La loca soy yo cuando te miro y no me reconozco.
Cuando ignoro que mis manos se duermen escribiendo,
o que mis ojos se nublan ahogados al sentarse en este banco.
La loca soy yo cambiándome el peinado y el color del pelo
sin conseguir reconocer este rostro como propio.
La loca soy yo que en el silencio de mi mentira
sigo adelante sin sacar de dentro la llaga
y el silencio roto en el que me abrazo cada noche
cuando vuelvo a a este cuarto azul en el que ya no vivo
y siento que la loca soy yo cuando me miro al espejo y no te veo...
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