Para cuando llegue la noche
creerás que me he ido de tu pensamiento.
Los silencios que siembras en mi camino
se harán tenues
y desaparecerán
conforme caminas hacia el descanso.
No te deseo nada malo.
Sólo quiero que cuando las legañas te visiten
vayan acompañadas
de todas las veces que reímos juntos,
de nuestras conversaciones
frente a una jarra de cerveza,
de tu sofá orejero con mis piernas colgando,
de mis pelos caídos de madrugada
sobre tu almohada,
de mi ropa tirada al pie de tu cama.
Quiero que el sueño te visite de lejos,
que el cansancio te agote,
pero que no se acueste a tu lado,
y que cada microsegundo
eterno
de una noche de insomnio
que vivirás día tras día
esté sembrado
del timbre de mi voz,
del tacto de mi piel,
de mi olor,
de mí.
Y que nunca más puedas dormir...
si no es a mi lado.
Pilar Escamilla Fresco
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