De adolescente, mi cuarto lo pinté de azul. Mi primer cuarto propio, porque en la antigua casa compartía habitación con mi hermana pequeña. Pinté mi cuarto, las paredes y el techo, de azul. Azul tristeza, azul melancolía, azul celeste, azul cielo. Y en el techo, rodeando la lámpara y abarcándolo todo, estrellas, todas las estrellas que pude conseguir. De esas que brillan en la oscuridad. Y una luna, no podía faltar una luna grande.
Mi antiguo cuarto sigue siendo azul. Mis padres lo volvieron a pintar, pero mantuvieron el color. Cambiaron los muebles, aunque no todos. El espejo que yo decoré con motivos vegetales a base de pinta uñas (era un contrachapado lacado, el pinta uñas fue lo único que agarró) aún está donde lo puse: encima del radiador. En ese espejo me vi convertir en mujer. En ese espejo lloré, reí, me maquillé, me odié y me amé.
Hace un par de años escribí a esas paredes azules que aunque ya no me rodean aún viven en mí.
Azul. El color con el que tiño mis cuadernos sin quererlo. Mi primera muñeca que recuerdo fue la Nancy Celeste, con el pelo azul. Mi primer joyero de madera fue azul. El vestido con el que perdí mi virginidad era azul. Con otro vestido azul me rompieron el corazón de verdad. Y con un último vestido azul me casé con quien me da la paz de mis días. Viví en una buhardilla de madera con la puerta pintada de azul, pinté a juego una silla que aún conservo. Viví casi dos años en un edificio azul.
Azul era la casa de Frida Kahlo, algún día ahorraré lo bastante para ir a verla.
Yo quería, como hizo Anaḯs Nin en su momento, que cuando tuviese mi casa cada cuarto estuviese pintado en un color. Y tendría la habitación malva, la habitación verde, la habitación azul... Crecí admirando a Anaïs Nin cuyos diarios leí con apenas 15 años de la biblioteca de mi hermano mayor. Quería crecer, y como ella, tener marido y amantes, ser la más hermosa y escribir las palabras más bellas. Bailar, reír y tener la capacidad crítica de observar la realidad y de participar en ella. Vivir intensamente la bohemia.
En esa habitación lloré cuando me rompieron el corazón y grité cuando me ahogaba. En esa habitación me quise morir y empecé luego de nuevo a vivir. En esa habitación soñaba cuando le conocí, cuando me enamoré de sus ojos tristes y de su palabra no pronunciada.
Y ahora, que vuelvo al cuerpo en que nací, el que me hizo mujer y me llenó de mí, el que me convirtió en ave fénix y me salvó del suicidio, ahora que vuelvo al cuerpo que me dio vida, estoy triste y alegre, a la vez. Y tengo miedo, y quiero salir de este cuarto azul, y me quiero quedar en él, y no quiero dejar de soñar, y las fábulas me duelen cuando chocan con la realidad... Pero ya no soy la que era, y este cuerpo me invade ahora y me hace temblar de forma extraña. Tengo jaquecas. E insomnio. Tengo 38 años, soy madre, mujer, amante y esposa. Soy muchas cosas y las disfruto. Y no quiero que me roben ninguna. Aunque a veces temo perderlas yo solita. Este cuerpo me hace sentir que merece la pena seguir aquí, a través de él percibo un mundo que me llena y me hace sentir bien, el mismo mundo que me duele y me da placer. Mi cuerpo renaciendo de las cenizas de la vida.
Varias canciones hacen ahora, estos días azules, mi banda sonora particular. Me despido de esta peculiar entrada con estas canciones, quería compartirlas con vosotros.
Por un lado la dulce Sara Veneros y su dolor: en este concierto yo era parte del público. Y juro que es una de las pocas veces que más he llorado, aunque pocos me viesen hacerlo.
Aquí Sara me describe y te describe, porque quiero cantarte esta canción y quiero cantármela a mí misma.
Y para acabar Natalia Lafourcade y su Azul, descubrimiento que hice de esta mujer gracias a mi amiga Didi:
No os perdáis la letra:
Azul
Tengo miedo que el tiempo
venga y me coma.
Tengo miedo que el viento
robe mi voz.
Tengo miedo que ellos
me vean triste,
es por eso que yo
no quiero salir.
Tengo miedo que al baño
le abran la puerta,
que me vean desnuda y
se den la vuelta
y si sigo comiendo
me sube el peso,
es por eso que yo
no quiero salir;
es por eso que yo.
Mami espérame, aléjate de mi,
déjame caerme, déjame salir.
Mami espérame, aléjate de mi,
déjame caerme, déjame salir.
Tengo miedo de noche
que alguien me robe,
que se queme la casa
o haya fantasmas,
escribir mas cartas
perder palabras.
Es por eso que yo
no quiero salir.
Tengo miedo de un día
perder mis dedos,
no tener mas amigos
que rían conmigo,
resbalar en el hielo,
caer al río,
y es por eso que yo
no quiero salir.
Es por eso que yo
no quiero salir.
Es por eso que yo
no quiero salir.
Es por eso que yo
no quiero salir.
Es por eso que yo
no quiero salir.
Mami espérame, aléjate de mi,
déjame caerme, déjame salir.
Mami espérame, aléjate de mi,
déjame caerme, déjame salir.
Tengo miedo de ti y de tu voz.
Tengo miedo de ti y de tu amor.
Miedo de que mi campo
le dejen de crecer flores de color.
Azul, azul, azul, azul.
Feliz y particular verano del color que queráis.
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