Bibliotecaria me siento, bibliotecaria quiero ser, y bibliotecaria en espíritu y sueños soy. Sí, de verdad, creo que me equivoqué cuando rellené mi solicitud de acceso a la universidad. Me faltaba el prefijo bibliote- a lo que luego cursé. Porque ya desde pequeña llenaba mis libros de Susaeta, Barco de Vapor, Elige tu propia aventura, Puk, Los Cinco, etc. con bolsilibros y fichas básicas, solicitando educadamente la devolución de los mismos en una fecha concreta. Siempre me hacía socia de todas las bibliotecas que conocía. Socia y usuaria devoradora de libros. Y en la biblioteca de mi pueblo hicieron conmigo una excepción: con 11 años ya había devorado todos los libros de la sección Infantil/Juvenil. Las bibliotecarias bien lo sabían. Por eso cuando pedí permiso para coger libros de la sección de adultos a la que sólo tenía acceso con 13 años, no me pusieron ninguna pega. Lo vieron hasta razonable.
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