En el principio fue la llama, el fuego. El despertar a la vida. Como suele ocurrir, le siguieron las cenizas y la calma. Con el tiempo, se convirtió apenas en un fantasma con sombra. Un relámpago en el metro le hizo romperse de nuevo. Y rezó la oración de Peri Rossi que tantas veces había rezado sin creérsela: "Líbranos, Señor, de encontrarnos, años después, con nuestros grandes amores". Supo, entonces, que el fuego podía volver a prender aunque sólo hubieran quedado cenizas en el suelo. Sólo había que soplar. Daba igual la dirección.
(Publicado en: Filandón 3.0)
me ha gustado especialmente este micro.
ResponderEliminarExcelente filandón!
Un abrazo de josef.
Muchas gracias por el comentario. Tu blog también es muy interesante. Un abrazo, Pilar
ResponderEliminarMuy, muy bueno. Y lo peor, contiene toda una verdad universal. Además te quedó muy poético y original.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias por tus bellas palabras. He podido ver un poco de tu blog. Es muy, muy interesante. Le seguiré la pista.
ResponderEliminarSaludos