domingo, 12 de septiembre de 2021

Regreso al hogar estival en seis sentidos y una fachada



«Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria»
Louise Elisabeth Glück (Premio Nobel de Literatura 2020)

Entramos en tu pueblo en silencio. Soy consciente de que estoy aguantando la respiración. No me has querido dar pistas de cómo es tu casa. Dices que quieres que sea una sorpresa. El asfalto gastado y agrietado, las calles estrechas, las fachadas encaladas con tejados llenos de parches, la cruz en medio donde se reúnen los vecinos y cada puerta con su banco de piedra y algún alma sentada a la fresca. Te miro intentando permanecer en silencio. Me cuesta. Sabes, sabes bien, que estos son casi los mismos rostros pero con otros nombres que habitaban la calle donde estaba la casa de mis abuelos y donde se quedaron los veranos de mi niñez. Tú también callas, pero me miras con el brillo de quien se sabe paje de los Reyes Magos o ayudante del Ratoncito Pérez.

Tu pueblo y el mío se distancian apenas diecisiete kilómetros. Los sentidos comparten experiencias. Lo sabes. Por eso, me dices, no quieres enseñarme fotos ni contarme cómo es. Quieres que yo lo sienta. Y quieres acompañarme mientras lo siento, y darme la mano. Y es lo que trato de hacer: sentirlo.

En la escuela me enseñaron que tenemos cinco sentidos: vista, olfato, oído, gusto y tacto. Mi abuela decía que todos tenemos un sexto sentido, el de la intuición. Y que cada casa se diferencia de la de al lado, en los pueblos, por las fachadas. Porque en la ciudad, no hay fachadas distintas, sólo puertas repetidas con distinta numeración.

Acuarela autoría de José Luis.

Vista: hay hortensias cubriendo la fachada, el color del barniz marrón desconchado por el sol en los quicios de puertas y ventanas, y un tendal atravesando el porche cubierto de sábanas recién lavadas. He contado al menos cinco gatos escapando veloces de nuestro coche.

Olfato: huele a gato callejero, a jabón hecho en casa, a guiso de bacalao y a Teleno. Es un olor muy peculiar que tengo enraizado en lo más profundo de mí. Y lo he reconocido en el primer instante. Son los gatos que perseguía de niña, el jabón con el que lavaba mi abuela, el guiso que nos daba los viernes y las nieves casi perennes que nos perseguían todo el verano.

Oído: los gatos huyendo de un coche que llega, el trino de algún pájaro al fondo, el silencio de la era sin limpiar aún y llena de maleza, y los grillos que de noche se apoderan de las estrellas. La música de los veranos de mi niñez que vuelve a mí años después.

Gusto: Teresa sale a la puerta con la bata fina encima de su ropa. Igual que mi abuela, no se la quita casi nunca. Apenas para ir al médico o para jugar la partida. Su uso es más que una bata: mandil y seña de identidad con bolsillos enormes llenos de pañuelos y de caramelos. Su rostro, al besarlo, sabe a bacalao con patatas. El mismo bacalao con patatas que mi abuela nos daba.

Tacto: Teresa tiene la piel de las manos fina y arrugada, como papel de fumar, llena de venas que atraviesan sus falanges de punta a muñeca. Los dedos gruesos, rugosos y con durezas, dedos que no han descansado ningún año y que gritan todo lo que su dueña quiere callar. Su abrazo recoge a la niña que llega en mí y que está aguantando la respiración emocionada.

Intuición: me has devuelto el hogar de mis veranos, el abrazo de mi abuela, los paños sobre los sofás, las muñecas con rollos de papel higiénico bajo las faldas de ganchillo, la Dama de Elche al lado de la tele y el olor de las rosquillas recién hechas.

No querías darme apenas pistas de cómo era la casa del pueblo. No querías decirme nada para sorprenderme. Querías tener la certeza de que me gustaría. Lo que no llegaste a imaginar fue que al traerme aquí me devolverías los veranos de mi infancia y la casa de mis abuelos que perdí hace años cuando, cuando tras fallecer mi abuelo, y con la enfermedad de mi abuela, mi madre y mis tías decidieron venderla.

«Nostos» es una expresión de origen griego que se puede traducir como «regreso al hogar». Yo no paro de pronunciarla en silencio desde que me bajé del coche. Me da miedo pronunciarla en voz alta, no sea que se materialicen las diferencias que sin duda hay. Quiero esta emoción que ahora me embarga. Y no soltarla jamás.

Gracias.

Pilar Escamilla Fresco

Texto inédito publicado en el blog personal de la autora Desde mi secreter en octubre de 2020


Escritora y fotógrafa / Madrid – España.

Barcelona, 1976. Tiene sus raíces divididas entre León, Madrid, Cuenca y Barcelona. Reside en Rivas Vaciamadrid desde hace más de 20 años. Es Licenciada en Económicas y tiene estudios de postgrado en Biblioteconomía y Documentación. Actualmente trabaja como bibliotecaria.

Escribe desde que tiene conciencia de saber hacerlo. Lectora voraz, participa en movimientos como bookcrossing y geocaching.

Otras caras de ella son como narradora oral o fotógrafa amateur.

Ha coordinado varias secciones de creación literaria en revistas como Zarabanda y La Keli. Ha salido publicada en varias revistas literarias como Alhucema (Granada), Adveniens (Alcalá de Henares) y en la revista digital El Grito (editorial Celya).

Ha participado activamente en el Programa de la Red de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Colabora habitualmente con el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid organizando eventos poéticos. Habitualmente la puedes encontrar en conciertos, recitales y micros abiertos en Madrid donde su participación en los mismos es asidua. Sus últimas participaciones han sido en el ciclo Cálamos y Péndolas (Madrid), L`Ekole Poetique (León) y en el encuentro poético-musical «Solsticio en Turgencius» en Turienzo de los Caballeros (León).

Es colaboradora de MasticadoresFEM.

Tiene publicados 4 poemarios y ha participado en numerosas antologías.

domingo, 11 de julio de 2021

Alondra de la laguna triste

Publicación original: Alondra de la laguna triste


“Para alguien que llamó
a mi puerta pidiéndome
buscara en libros antiguos
un conjuro de amor.”
Alfonsa de la Torre

Mi dulce y morena estrellera.
Tienes la mirada oscura de laguna triste.
Llamo a tu puerta pidiendo cobijo
y me recibes en la soledad de tu regazo.
Mi historia te llega en susurros de té y lumbre.
Me respondes en el mismo lenguaje de las estrellas.
Me ofreces versos de luna entre pinos.
Y yo respondo con poemas de niebla y silencios de alcoba.
Quiero que enhebres en mi cabello el aroma de tu boca.

Ya lo sé, ya lo sé. No puede ser de esta forma.

Has heredado durante siglos el lenguaje de los símbolos.
Lees más allá de mí el pantano que habita entre nosotras.
No hace falta que nombre lo que sabes:
a veces me hieren los murmullos del pueblo.
Posas tu rostro en mí,
herbera.
Y entonces sacas alguna pócima de tu cocina,
amansas mi pecho con nanas de jilgueros,
y calmas mis latidos más allá de las ventanas.
“Del silencio nace la llama viva”.

Me quedaré en tu puerta clamando un beso ausente,
porque nuestro amor no puede darse,
porque el cruce de nuestras miradas no puede verse,
porque hay celdas que no se entiende pero se sienten.

Sabes, alondra de laguna triste,
que “te regalo las estrellas de mis sueños”
y que cuando las ausencias hagan caer las tejas de esta casa
mandaré callar en complicidad a quien venga.

Pilar Escamilla 


** Este texto ha sido escrito para un homenaje a la poeta Alfonsa de la Torre: https://es.wikipedia.org/wiki/Alfonsa_de_la_Torre

He tomado una historia que cuentan sus sobrinos, y he dado voz a Juana, la que fue su compañera durante más de 40 años.

Texto publicado en el libro: DESCUBRIENDO A ALFONSA DE LA TORRE

REFERENCIA DEL LIBRO

ROJO, MERCEDES G. (coord. literaria), (2020), Descubriendo a Alfonsa de la Torre, entre la mística y el feminismo. Homenaje escritoras leonesas 2020, León, Crisálida Ediciones


© Pilar Escamilla Fresco


TEJIENDO EN LA SOMBRA



Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

domingo, 13 de junio de 2021

Un parque sin reino

Entrada original: Un parque sin reino

«Te perdono el montón de palabras
que has soplado en mi oído
desde que te conozco.»
Noel Nicola
Quedaron en un parque lleno de niños.
Temerosos, se sentaron uno al lado del otro
evitando enfrentar sus rostros.
Él supo de sus lágrimas a través de sus ojeras.
Supo de su soledad por los silencios de ella.
Supo de su miedo por el temblor de su voz.
Hablaron dejando respirar las sílabas,
saboreando el espacio que se hacía corpóreo entre ellos,
dejándose acariciar por las risas que sonaban de fondo.

Quedaron en un parque sin reino
donde los columpios gritaban a infancia.
Él le besó la mejilla. Ella forzó un abrazo.
Ella supo de sus cimientos rotos.
Supo de las calles con polvo de su pasado.
Supo de lo que nunca podrá dar por no tenerlo.

Y le perdonó. Le perdonó todo. O casi todo.
Le perdonó las botellas de cerveza sin espuma.
Le perdonó las nubes sobre sus sueños,
los pasos perdidos buscándole.
Le perdonó las palabras entredichas,
las tinieblas de su regazo de madrugada,
le perdonó las jaquecas y los vértigos sin remedio.

No le perdonó cuánto la quiso. 
Porque eso sería olvidarle, como decía la canción.
Y ella, lo último que quería, era olvidarle.
Lo supo en el momento en que casi no recuerda su olor.

Por eso cogió su maleta y se escapó esa misma tarde.
Recorrió sin parar medio país.
Y le llamó sin urgencia en la voz
pero con socorro en lo callado.
Y por eso quedaron en un parque lleno de niños.
Y entre columpios, piruetas lejanas y risas ajenas
no hablaron de lo que se perdonaron. 

Simplemente contaron el tiempo que estuvieron ausentes.

Pilar Escamilla Fresco 
Texto publicado en el libro: Manual para borrarte de mi recuerdo


REFERENCIA DEL LIBRO

ESCAMILLA FRESCO, P, (2018), Manual para borrarte de mi recuerdo, Madrid, 21punto9 Ediciones

Respirando. © Pilar Escamilla Fresco

TEJIENDO EN LA SOMBRA



Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida. Y si tienes hijos, léeles poesías. Sin poesía, no hay vida.

domingo, 16 de mayo de 2021

Despertar en tu espalda

Publicación original: Despertar en tu espalda.


DESPERTAR EN TU ESPALDA
Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero
Gioconda Belli

Hay un camino que mis párpados recorren aún dormidos.
En silencio, arrimo mi cuerpo a tu espalda,
busco cada uno de tus lunares para convertirlo en beso.
Te respiro desde el cuello hasta tus nalgas.
Hay un aroma en ti que despierta mis instintos más primitivos.
Mi lengua se sabe dueña.
Poco a poco despiertas. 
Ronroneas como gato panza arriba.
Te revuelves bajo la yema de mis dedos.
Nuestros labios empiezan su propio diálogo.
Hasta que me deshago de ellos y busco tu cuello.
Bajo entonces despacio por tu vientre.
Me detengo un poco nada más en tu ombligo 
para hundirme definitivamente entre tus piernas
y urdir un laberinto con hilos invisibles.
Te estremeces.
Eres simiente y río.
Tú, mi felino.
Pilar Escamilla Fresco


AROUSAL IN YOUR BACK

I love you like a cat laying upside down,
Laying upside down, I love you
Gioconda Belli

There is a path that my eyelids follow while sleeping.
Quietly, I bring my body closer to your back,
looking forward each of your body freckles to turn it into a kiss.
I breathe you from the neck to your hams.
There is a scent in you that arouses my most primitive instincts.
My tongue knows she owns you.
Gently, you wake up.
You purr like a cat laying upside down.
You stir under my fingertips.
Our lips begin their own dialogue.
Until I get rid of them and look for your neck.
Then, I slowly down by your belly.
I make a pause in your belly button,
to finally sink between your legs
and weave a labyrinth with invisible threads.
You shudder.
You are seed and river.
You, my feline.

Traducción al inglés por: Luis Martínez Arnal


Lazos. Fotografía de Pilar Escamilla Fresco.



TEJIENDO EN LA SOMBRA

Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es
Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida. Y si tienes hijos, léeles poesías. Sin poesía, no hay vida.

domingo, 18 de abril de 2021

Raras

 Publicación original: Raras.


RARAS

raro, ra.

(Del lat. rarus).
1. adj. Que se comporta de un modo inhabitual.
2. adj. Extraordinario, poco común o frecuente.
3. adj. Escaso en su clase o especie.
4. adj. Insigne, sobresaliente o excelente en su línea.
5. adj. Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse.
6. adj. Dicho principalmente de un gas enrarecido: Que tiene poca densidad y consistencia.

Mujeres raras.
Mujeres excepcionales.
Mujeres poco frecuentes.

Mujeres prisioneras de un tiempo
donde las mujeres no podían ser ni raras.
Mujeres sin espacio propio.
Mujeres bipolares,
mujeres deprimidas,
mujeres histriónicas,
mujeres desbordadas por ensoñaciones inadaptadas.
Mujeres diagnosticadas con depresión.
Mujeres sin diagnosticar.

Me descubrirás con el cuerpo cubierto de algas
tratando de navegar a la deriva hacia un mar que no existe.
Me encontrarás ahogada en mi propio vómito
con la boca llena de pastillas que no dejan salir el grito.
Me encontrarás colgando de una cuerda hecha de retales
y balanceándome donde en el techo debía haber una lámpara.
Me tiraré a las vías del tren justo cuando éste pasa.
Ahogaré mi respiración en un horno de gas que ya no existe.
O quizás me encerraré en un garaje sin ventanas
para asfixiar en silencio mis lágrimas.
Me encontrarás dormida un jueves cualquiera.
O quizás hallarás mi cuerpo disparado de sangre.

Mujeres raras.
Mujeres excepcionales.
Mujeres poco frecuentes.

Sylvia, Anne, Karin, Marina, Alejandra, Violeta, Alfonsina.
Por nombrar sólo algunas de ellas.

Soy una mujer rara.
Me fascinan los métodos con los que otras acaban
con sus cuerpos consumidos en cenizas y polvo.
Un cuerpo que ya no les causará dolor ni placer.
Personalidades perdidas en neurosis,
perdidas en los divanes de analistas
que no supieron ver su excepcionalidad,
sino su rareza.

Pilar Escamilla Fresco

Para los despistados las poetas que me estremecen:

Sylvia Plath = Se suicidó metiendo la cabeza en un horno de gas.
Anne Sexton = Se suicidó encerrándose en un garaje con el coche en marcha
Alfonsina Storni = Se suicidó metiéndose en el mar.
Alejandra Pizarnik = Tomó unas 50 pastillas de barbitúrico (Seconal)
Marina Tsvetáyeva = Se suicidó con una cuerda, colgada hasta morir
Karin Boye = Se suicidó tomando somníferos después de abandonar su casa.
Violeta Parra = Se suicidó con un disparo.

** Poema escrito para el taller Gente Rara del Micro Abierto del Café Libertad 8 (Madrid).

Amapolas. Foto: © Pilar Escamilla Fresco

TEJIENDO EN LA SOMBRA



Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida.
Y si tienes hijos, léeles poesías.

viernes, 26 de marzo de 2021

El ruido del aspirador

 “Él pasaba la aspiradora cuando sonó el teléfono…” por eso no lo oyó. Al otro lado, Marga se preocupó ligeramente: “Qué raro” - se dijo - “que a estas horas no esté despierto y me responda”.

Él había salido a correr por el cerro de detrás de su casa cuando sonó el teléfono. Por eso no lo oyó. Marga, empezó a inquietarse en su oficina: “Qué raro” - pensó - “no sé qué estará haciendo que no me coge el teléfono”.

Él estaba en la ducha cuando volvió a sonar el teléfono, por eso tampoco lo oyó esta vez. Al otro lado, Marga se preocupó un poco. “Qué raro” - dijo esta vez en un murmullo suave pero que su compañera pudo escuchar - “no sé dónde estará, ojalá esté bien”.

Él estaba limpiando los areneros de las gatas que ahora con el buen tiempo habían sacado a la terraza por el tema de los malos olores. Por eso tampoco ahora escuchó la llamada ni pudo contestar. Marga estaba ya muy preocupada. “Qué raro” - dijo ahora ya en voz alta y bastante alterada - “sigue sin cogerme el teléfono. Seguro que le ha pasado algo”.

Su compañera la miró y sintió la preocupación de Marga. Le comentó que sí, que era raro. Ella lleva ya años trabajando a su lado y sabe que por las mañanas Marga siempre le encuentra y no tiene que llamar hasta cuatro veces y en horas distantes para localizarle. Comprendiendo la preocupación de su compañera, y haciéndola hasta propia - ya tantos años a su lado era capaz de sentir esa empatía por Marga - le sugirió localizar a algún vecino, o al conserje, a quien fuera para que fuesen a llamarle al timbre de la puerta y así ella se quedase tranquila. Porque Marga estaba muy preocupada. Más que preocupada Marga estaba agobiada. Y desde luego a él le podía haber pasado cualquier cosa. Eso las dos lo sabían. Y lo comentaron con algún detalle escabroso que les dejó más agobiadas y preocupadas y que además les erizó el vello de los brazos: “seguro que se ha desmayado al levantarse, seguro que se ha resbalado en la ducha y se ha caído, seguro que se ha dado un golpe y se está desangrando en el suelo”...

Marga recordaba tener el teléfono anotado de, al menos, dos vecinos. Porque, la verdad, no suele llamar a sus vecinos, tampoco es que sean amigos ni les necesite para nada. Se puso a pensar: “a ver, el del 2ºC, ¿cómo se llamaba? Es rumano, Sandi o algo así… no, así no lo encuentro… no sé ni cómo lo habré guardado… espera, pondré vecino en el buscador… ¡bingo! Ahí estaba, Sandu, el nombre era Sandu.” Pero Sandu no cogió el teléfono cuando Marga le llamó porque estaba trabajando, y en su trabajo no puede atender llamadas de teléfono de ningún tipo. “Qué raro” - comentó Marga a su compañera - “no lo ha cogido”.

Marga intentó recordar entonces el nombre de la vecina del 1ºC. Esta mujer solía teletrabajar, así que estaría en casa, pensó… Pero ¿cómo se llamaba? Ah. sí, García Yllera era el apellido (se había fijado porque una vez hasta le preguntó si tenía relación con las bodegas, pero no, no era el caso). La buscó por el nombre en su agenda del teléfono pero no había nadie con esos apellidos. “Qué raro - pensó - de esta chica tenía su teléfono fijo, recordaba hasta haberlo usado para pedirle que le recogiera algún paquete… La tendré por el nombre… ¿Pero cómo se llamaba?”. Marga estuvo un rato dándole vueltas al nombre de su vecina pero no fue capaz de recordarlo. En el último momento pensó si no la habría guardado por el piso. Puso 1C en el buscador de su teléfono y ¡acertó! ahí estaba. Y hasta le había puesto el nombre: Soraya García Yllera, 1C. La llamó. Pero Soraya estaba teniendo una reunión online con su jefe cuando sonó el teléfono. Por eso no lo cogió, y tampoco lo oyó porque ella, precavida como era, para esas ocasiones lo tenía siempre silenciado. Su jefe era un poco especial para estos temas y no quería molestarlo por nada del mundo. “Qué raro” - volvió a comentar Marga a su compañera, esta vez ya con cara de pánico - “tampoco lo ha cogido”.

En ese momento las dos compañeras comentaron las posibilidades que había de que se hubiera declarado un incendio en el edificio, o de que hubiera habido una explosión de gas… “Vete tú a saber - dijo Marga - “es un edificio antiguo y las instalaciones seguro que están estropeadas, ay Dios mío, qué desgracia más terrible”. Y Marga notó cómo sus ojos se medio encharcaron y estuvo a punto, pero a punto, de echarse a llorar. Menos mal que su compañera le recordó que aún podía intentarlo con el conserje. “Ay, claro, el conserje… Gracias”.

Marga cogió su teléfono y buscó el número del conserje. Por la palabra conserje no apareció nada. “Oh, madre mía - pensó - ¿cómo se llamaba este? Si es que no tengo ni idea, lo han cambiado tantas veces que ya no sé ni cómo lo guardé”. Se empezó a poner nerviosa, mucho más nerviosa. No sabe cómo recordó en ese momento que igual lo había guardado con el nombre de su calle. Puso el nombre en el buscador de su agenda del teléfono y allí apareció: José consejre piso Roblegordo. “ya te vale, Marga” - se dijo cuando vio la palabra conserje mal escrita - “así nunca vas a localizarle. Acuérdate de corregirlo luego, que ahora tienes otra prioridad”. Le llamó con verdadera ansiedad. Pero José, el conserje del piso de Marga en la calle Roblegordo, no cogió el teléfono porque ya eran más de las dos de la tarde y ya estaba en su tiempo de descanso. Y él en eso era muy estricto. No cogía llamadas de los vecinos en su tiempo de descanso. Sea lo que sea seguro que podría esperar a que terminara de comer. Y Marga, al no localizarle, se puso completamente fuera de sí. Empezó a gimotear y a decir que seguro que había ocurrido una desgracia terrible y que, ay Dios mío, esto es lo peor que le había pasado en toda su vida.

La compañera de Marga estaba tan histérica como ella. Le dijo que se fuese inmediatamente a su casa. Que no esperase ni al autobús, que como tiene que hacer dos trasbordos tardaría mucho, que fuese directa a su casa en un taxi y que ya allí encontraría la respuesta a todo esto. Y que por favor la llamase para contarle porque ella estaba tan nerviosa como Marga.

Marga cogió un taxi. Estaba llorando a moco tendido cuando salió de la oficina, pero ahora ya había conseguido calmarse. Le dio la dirección y le pidió que fuese lo más rápido que pudiera, que era una urgencia. Cuando llegaron a su portal, Marga lo vio todo como siempre. “Qué raro” - pensó. Pagó al taxista, cogió su bolso y su abrigo y salió escopetada. Abrió la puerta del portal y vio que el conserje no estaba en su puesto, sin siquiera pensar que a esa hora el hombre estaría comiendo. Llamó al ascensor pero como tardaba (“Alguien debe tenerlo abierto por arriba, ya les vale” - pensó) subió a trompicones los dos pisos de escaleras y llegó a la puerta de su casa casi sin aliento. “Tengo que hacer más ejercicio - dijo en voz alta - “que me ahogo… ay”. Buscó las llaves en su bolso y abrió su puerta con auténtica desesperación. Entró gritando su nombre. Él respondió desde el fondo del piso y le dijo que qué pronto estaba hoy en casa. Marga le miró con cara de no comprender nada. Él estaba tranquilo, sentado en el sillón, con una cerveza en la mano, el plato en la mesa y a punto de empezar a comer viendo las noticias. Como hacía todos los días que libraba de su trabajo.

lunes, 22 de marzo de 2021

Vuelo con espejo

Publicación original: Vuelo con espejo

RESCATÁNDOME, es el proyecto en el que Pilar Escamilla Fresco se da voz a sí misma, a su yo mujer, poeta y fotógrafa, madre, escritora y todas esas cosas que ya nos ha contado que hace. Una sección más personal, que sin duda disfrutaremos y degustaremos con placer y que nos ayudará a conocerla un poco mejor. Esta es la primera entrega.

Despiece. Sobre fotografías de Pilar Escamilla


VUELO CON ESPEJO

A veces me miro al espejo y me pregunto
dónde está la mujer con alas que en sueños me llama,
y si esa mujer comparte conmigo
nombre
rostro
pero no alma.

Ser consciente de que no funciona nada,
de que algo se rompe en mil trozos
cuando los oídos de la conciencia se tapan.

Despierta el sol en medio de una niebla
templada por el sueño revelador.
Horizonte que nos mira en la distancia
y me trae no tus ojos sino tu mirada.
Silencio que llama desde lejos a gritar
caminos polvorientos de miedos.

Dame las alas que necesita mi mirada.
Sólo has de contarme en altura
el significado de las miradas calladas.
Y si tras las pestañas del suelo que barremos
hay fábulas que de día o de noche nos llaman.

Cumbres nevadas en el horizonte.
Trenes, plantas y distancias.

Perdóname por coser a tu espalda las fantasías
que sin ningún pudor aún pueblan
mis eternas noches libres de pesadillas.
Perdóname por ceder ante las ausencias
y dar sonido a los silencios más dolorosos,
y a la vez dulcemente asombrosos.

Suelo brotar de la semilla de mis sueños,
suelo crecerme en la distancia,
suelo callar lo que mi mirada habla,
suelo soñar en silencio palabras.

El reflejo que desde el otro lado me mira
tiene mi boca, tiene mi nariz, tiene mis ojos.
Mi mueca a la izquierda, él la copia a la inversa.
El reflejo que me mira de reojo
tiene mi rostro, mas no mi alma.

Alma de palabras poblada que silentes
se escapan por las rendijas de dos ojos
con todas, absolutamente todas, sus pestañas.
Pareciera que nunca perdiste ninguna.
Pero a veces tu mejilla rescata sin quererlo
una pestaña suicida que quiere escapar.

Enhebrar la aguja, juntar los pliegos,
rebajar los largos que siempre sobran,
coser los anchos, descoser más tarde.
Volver a coser sin pretenderlo.
Una puntilla adorna la blusa granate,
una puntilla negra de ganchillo de abuela.

El espejo me devuelve una sombra de lo que soy
una imagen plana de algo con múltiples dimensiones.

Silencioso, el espejo calla pero evidencia.
Silencioso, cobarde y acusica.

Date la espalda, no lo mires, no lo sueñes.
Vuelve donde nadie estuvo.
Quédate y no vuelvas.

A veces me miro en el espejo de mi alma
y ni reconozco que soy
mujer de carne y hueso,
mujer con sueños y deseos,
mujer que quiso volar.
Mujer que aún puede hacerlo.

Mujer...

Simplemente.

Texto publicado en el libro: Mi sombra sobre la falda de la montaña

REFERENCIA DEL LIBRO

  • ESCAMILLA FRESCO, P, (2012), Mi sombra sobre la falda de la montaña, Madrid, Caradeluna Ediciones

Pilar Escamilla Fresco es escritora, madre, bibliotecaria y trabajadora fuera y dentro de casa. Cuenta cuentos, da recitales de poesía, hace fotografías y a veces se mete en líos de proyectos políticos o de activismo diverso. Un «rabo de lagartija» que se considera aprendiz de todo por lo que nunca deja de formarse. Podéis encontrarla en www.caradeluna.es