viernes, 14 de junio de 2024

Videopoema: Doscientas maneras de morir

 


Quiero compartir el poema que ha resultado ganador del segundo premio del I Certamen de Poesía Ars Magna de la Ciudad de Astorga. Está también publicado en mi web en este enlace: Doscientas maneras de morir

Este poema es muy íntimo y personal. Una buena amiga me ha hecho un regalazo: un vídeo realizado e interpretado por ella misma, la actriz Almu Gutiérrez  @AlmuGutierrez‬ que también es la autora de la acuarela de la ballena que está en el vídeo.

Esta acuarela decora mi cuarto, mi cuarto propio.

Ahora, volveré a nadar entre versos y amor del bueno. 

Gracias, Almu, por ese cariño tan sincero y tan bonito. Te quiero.

Doscientas maneras de morir


"I think this is sad because the whale doesn’t have any emotions,
and doesn’t know how bad Ahab wants to kill him.
He’s just a poor big animal."

Samuel D. Hunter (The Whale)

Tengo una necesidad terrible de cortar esta piel
que en kilómetros de miedos me tapa con su velo.
Viene a buscarme con sus lunares,
con sus granos y estrías,
con sus cicatrices y tatuajes.
Esta piel que me recuerda que las ballenas sienten.

Elegí romperme literalmente a cada paso,
sentir mis rodillas quebrarse al levantarme.
Elegí ahogarme tumbada mientras trataba
de conciliar en vano un sueño que no llegaba.
Sentir la falta de aire solo con abrir los ojos.
Elegí la espalda doblada ante el peso,
sin fuerzas para enderezar vértebras y nervios.
Elegí encoger esa columna aplastada
y menguar con cada día de no-vida.
Supe lo que es evitar contemplarme
frente a espejos, ventanas o cualquier reflejo.
Sentí las miradas de pena y de asco
de todos los que se cruzaban con mis pasos.
Elegí no poder hablar porque los pulmones
eran prisioneros de un cuerpo inmenso.
Elegí más de doscientos kilos de dolor.

La piel se revuelve en ese grito.
Cuelga bajo mis brazos señalando ovillos.
No sé ni cómo mirarla. Me llama. Me busca.
Hay pellejos bajo los que se esconden
varios miles de tinajas de manteca somnolienta.
No soy un vientre nacarado donde reposan
los anhelos que nunca llegaron a ningún puerto.
Soy una inmensa montaña de gritos y hambre callada.
Soy las pisadas que no dejan rastro sobre el barro.
Soy esa que solo sabe nadar porque en el agua no pesa.

Elegí más de doscientas maneras de morir.

Pero ahora, desnuda, elijo vivir.


Pilar Escamilla Fresco