martes, 13 de octubre de 2015

Y fueron felices y comieron perdices

Caperucita fue feliz tras ser rescatada de la panza del lobo con un cazador con escopeta. Allí acabó por ingenua.

Cenicienta fue feliz tras una vida de miserias tras ser rescatada por un príncipe azul que la llevó al altar y la convirtió en reina.

Blancanieves fue feliz tras varios intentos de asesinato tras ser rescatada por un príncipe azul (sí, no sabemos si el mismo) que le dio un beso y ella se enamoró sin apenas conocerlo.

Aurora, la Bella Durmiente, fue feliz tras haber sido envenenada y rescatada por un príncipe azul (vaya con los príncipes, o son todos azules o algo no cuadra) que la despertó y la llevó a palacio para convertirla en reina.

Bella fue feliz tras aceptar que su Bestia a veces tiene mal carácter pero que la ama y tras esa fachada violenta hay un príncipe hermoso y bondadoso.

Cuanto más hermosa seas y peor lo pases, mejor será tu final feliz. Más te recompensará la vida por todo lo que has sufrido. Pero no lo olvides, sé hermosa.

Y no sigo, pero hay muchas más. Todas, como veis, felices cual perdices por encontrar a su amado, ser rescatadas de las garras de algo malo y acabar en pareja para luego... ¿luego qué? ¿qué ocurre después del “y fueron felices y comieron perdices”?

Desde nuestra más tierna infancia nos meten en la cabeza que las niñas son princesas y los niños superhéroes. Ellas han de ser bellas e ingenuas. Ellos fuertes y valientes. Y es más, nos han educado para que, aunque rompamos estos moldes, busquemos finales felices. Y nuestro final feliz nos dicen que es encontrar una pareja (mejor heterosexual) con la que formar una familia, tener hijos, hipoteca, coche, trabajo... y acabar jubilados frente al mar o viajando con los descuentos por tercera edad. Nuestro final feliz es ése: la pareja. ¿Pero es cierto? ¿Qué ocurre cuando la pareja se rompe? ¿qué ocurre cuando buscas caminos alternativos?


Cuando yo me divorcié me dijo mi padre: acabarás sola. Y le miré pensando: ojalá. No, mi ex marido no me pegaba ni lo pasé mal a su lado, simplemente se nos acabó el amor, no sé si de tanto usarlo, como dice la canción. Pero ¿de verdad lo peor que le puede pasar a una mujer en el siglo XXI es que acabe sola? Y recordé esos libros tan cursis con imágenes sobre el amor que cada página empezaba con “love is...” y cada página dignificaba lo que significa, en teoría, el amor (perdón, el AMOR por excelencia que según esos libros es la pareja entre hombre y mujer): compartir, dar, recibir, soñar juntos... La soledad, si no es buscada, es una carga muy pesada, lo sé. Pero ¿de verdad amor es buscar alguien preferentemente del sexo contrario y formar juntos una pareja, y tener descendencia?

El amor es juntarse con alguien y formar una unidad nueva. Porque somos medias naranjas y necesitamos ser completados. El amor es... ¿No hay algo en todo esto que os hace rechinar los dientes? El amor es un pulso, una emoción, un sentimiento. El amor puede ser de millones de formas. Cada cultura, cada civilización ha vivido el amor de forma única, y cada persona ha de hacer lo mismo. En el amor caben las parejas heterosexuales, las parejas homosexuales y cualquier otro tipo de pareja, en el amor caben los tríos, los poliamorosos, los queer y los que buscan identidades adversas pero reales. El amor empieza por el amor propio, por quererse y respetarse, por amarse como persona imperfecta y saber qué queremos. El amor puede ser un camino a nuestras tripas. El amor es reconocerse mujer nacida con cuerpo de hombre, conseguir cambiar de género y reconocerse aún así lesbiana y amante de las mujeres. Amor es querer a varias personas a la vez y no querer que ninguna desaparezca de tu vida. Me preguntaba hace poco un buen amigo: ¿se puede amar a dos personas a la vez? Claro, claro que se puede. Y a tres, cuatro y muchas más. El amor antiguamente era una comunidad. El amor como ahora nos lo venden lo único que consigue es la continuidad de un régimen, el régimen actual, el patriarcado y el capitalismo. Nos canalizan desde el nacimiento para ello, para que busquemos un final feliz como el que nos venden en las películas. Pero eso no es la realidad. La realidad es mucho más compleja. Y mucho más hermosa.

Nos venden esta idea del amor, porque hay que perpetuar la sociedad, hay que traer niños que mantengan nuestras pensiones en el futuro, hay que firmar hipotecas en pareja para mantener el sistema financiero e inmobiliario (y ha de ser en pareja, porque una persona sola se las verá crudas para afrontar una hipoteca con los sueldos y las condiciones laborales actuales). Hay que comprar casa, coche, televisión por cable, el último modelo de smartphone. Nos venden la idea de que los niños necesitan socializarse y educarse desde la más tierna infancia y les metemos en guarderías (uy, perdón, escuelas infantiles) mientras pagamos a alguien que cuide de nuestros hijos y nosotros hacemos que otro alguien más poderoso gane dinero con nuestro tiempo de trabajo. Perpetuamos no la especie sino el sistema en el que hemos nacido, porque para eso nos han educado.

Veréis, lo importante es que nos encontremos bien en nuestras vidas. Cada uno debe encontrar el camino para amarse y amar lo que crea y en lo que crea. Encontrar tu identidad o perderla por el camino. La pareja heterosexual es válida para muchos, pero no para todos. Y todos necesitan la aceptación, la no crítica, la integración. Da igual si eres hombre heterosexual y te pintas los ojos, las uñas, usas foulards y collares. Te llamarán maricón. Da igual si eres transexual y acabas siendo además lesbiana. Da igual si en tu cama cohabitan tres cuerpos en armonía, o no. Da igual cómo vivas. La sexualidad y el amor siempre serán objeto de crítica (no constructiva) si se sale del camino establecido. Si se sale de princesa busca príncipe o héroe para tener su final feliz y comer perdices. Da igual lo que hagas: recibirás críticas. Cuando no tienes pareja: ¿cuándo tendrás pareja?. Cuando la tienes: ¿cuándo os casáis?. Cuando os casáis: ¿para cuándo el bebé?. Cuando tenéis un bebé: ¿para cuándo la parejita?... La planificación familiar y sexual de cada uno de nosotros parece ser objeto de atención de quienes nos rodean. Pero... ¿en serio? ¿en serio estos temas no suponen una invasión de tu parcela, de tu vida privada? Ahora ya no me lo preguntan porque no tengo pareja (ohhhhh, what a pity), pero cuando la tenía y me decían eso de ¿para cuándo la parejita? Las ganas que tenía eran de responder: pues no habrá, gracias. Me tuvieron que extirpar el útero por complicaciones en el parto. Pero gracias por recordarme el episodio más doloroso de mi vida. Preguntas estúpidas, respuestas radicales.

Lo importante, es tener claro qué queremos en la vida, en nuestras vidas, y en el amor, en nuestro amor.

Hay una revolución en camino, una revolución que va más allá de las identidades y los géneros sexuales, de las parejas monógamas tradicionales. Una forma de vivir alternativa que trata de romper los moldes del capitalismo y del patriarcado. Una forma de enfrentarse al amor más allá de los roles que nos han asignado. Sólo hay que atreverse a escucharse y a respetarse. En el camino está la diversión. No en el final. Y no hay mejor final feliz que aquel en el que miramos atrás y podemos reconocernos en el camino.

Ni el amor es eterno ni hay una única y correcta forma de amar.

Un poco más sobre los finales felices que escribí hace un tiempo: http://pilarfresco.blogspot.com.es/2014/01/finales-felices.html

4 comentarios:

  1. Yo también estoy sin pareja, es lo malo de ser una bestia salvaje que no siempre ven el lado humano y he de confesarte que al final me comí a caperucita porque ni la belleza es importante ni una presencia imponente hace que el amor sea más duradero.

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  2. Veo que te gusta la fotografía, a mi también, te dejo mi flickr:
    https://www.flickr.com/photos/manuelribadulla/

    posdata: Es un hobby no soy profesional ni nada de eso.

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  3. Yo siempre digo que el final es feliz porque hasta ahí cuentas la historia. Quién sabe cómo vivirìan sus matrimonios reales.

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