martes, 5 de noviembre de 2013

Estrellitas

Hoy simplemente querría hacer una reflexión sobre lo orgullosa que estoy de mis amigas Moni y Bea, hermanas gemelas, amigas mías desde la más tierna infancia. Hace años las llamé mis Estrellitas, porque yo soy la Luna. Cursi que soy, pero eso quienes me conocen lo saben ya, así que no digo nada nuevo.

Me he criado con ellas. Las quiero como hermanas. Nos conocemos desde siempre y a pesar de los años, de los trabajos y de las familias, seguimos siendo amigas. Para mí esto es una de las cosas más importantes de mi vida. Las quiero con locura a pesar de que a veces esté dispersa y me busquen y no me encuentren. Pero sé que están allí, que siempre lo han estado, y que siempre lo estarán. Esto no tiene precio.

En los últimos dos años sus vidas han cambiado tanto que sólo puedo decirles: aquí estoy. Y añadir: os quiero y estoy muy orgullosa de vosotras.

Moni se casó el año que nació mi hija. Y ha pasado en unos dos años de casi renunciar a ser madre a tener tres hijos de dos embarazos, el último complicado. Verla con sus tres nenes alrededor y sin perder la sonrisa me demuestra que no sólo es hermosa por fuera, es que por dentro es preciosa. En su casa, sus dos bebés, su hija de dos años, su marido y ella ya casi no caben. Pero pelean día a día por no perder la ilusión.

Bea se casó dos años después. Y tuvo a su hija hace unos 15 meses. La niña es una delicia. Las casualidades de la vida le han puesto en la misma situación que su hermana. Ayer, su mujer dio a luz mellizos: niño y niña. En apenas dos años se han convertido en madres de una familia numerosa. Y, es más: los mellizos van a recibir lactancia materna de sus dos madres. Estas son algunas de las ventajas de tener dos cuerpos de mujer: que entre embarazo y embarazo no hay que dejar pasar tiempo, y que las dos pueden lactar. Y es la magia del cuerpo humano. Que sin embarazo la mujer pueda dar el pecho a sus hijos.

Chicas, os quiero con locura. Estoy muy muy orgullosa de vosotras. Y espero que dentro de muchos años seamos tres viejas que siguen mirando juntas por la ventana de la buhardilla de mis padres.

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