viernes, 11 de julio de 2014

Virginia Woolf y nuestro cuarto propio

"No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente". Virginia Woolf

Tengo este libro en casa desde hace más de diez años. Lo habré leído completo en tres ocasiones, que yo recuerde, y a trozos y consultando partes, no llevo la cuenta. Lo tengo en papel en dos versiones y en digital en varias ediciones. Gracias a Frantic, y el Club de Lecturas Feministas que ha propuesto en el foro de Bookcrossing -del que soy miembro desde hace muchos años- este año he vuelto a leerlo, entero, repasando y deleitándome con el discurso de la autora.

El origen parece ser una conferencia que ha de dar la escritora Virginia Woolf sobre el tema de las mujeres y las novelas, lo que le lleva a plantearse por qué en la historia de la literatura hay tantos varones y tan pocas mujeres. Hace un buen repaso de las pocas mujeres que ha habido y que han trascendido, casi todas declaradas locas, monjas o recluidas por una situación familiar poco común.

Si nos plantamos en los siglos anteriores al XIX, una persona para poderse dedicar a la escritura (o a la pintura, a la escultura, a la música o a cualquier otra arte) tenía que tener, en primer lugar, las necesidades básicas cubiertas (alimentación, alojamiento, etc.), así como un espacio donde desarrollar su arte en libertad. Y siendo realistas, y con todo el dolor que esto supone, las mujeres no tenían estas situaciones ni de lejos. Virginia se imagina a una mujer escribiendo a la luz del hogar siendo continuamente interrumpida por marido e hijos (¿quién en estas circunstancias podría escribir grandes textos?) o a una supuesta hermana de Shakespeare que quisiera irse a Londres como su "hermano" a triunfar (los actores eran todos varones, los papeles de las mujeres eran interpretados por varones travestidos, y a una mujer raramente se la consideraba en serio). En estas épocas, una mujer debía tener detrás de sí el apoyo de una gran fortuna o nadie la respetaría. Y aún así, seguramente, necesitase el respaldo de algún varón.

En esas épocas los libros de historia estaban escritos por historiadores (no historiadoras) y, es criticable pero cierto, que suelen centrarse en su propio género. Es muy lamentable que actualmente aún se da una situación similar cuando la lectura está tan dominada por las mujeres y hay tantos textos escritos por mujeres, si vamos a los suplementos de los periódicos y revistas vemos que casi todos los críticos son masculinos y que la gran mayoría de las obras criticadas son de autores y no de autoras (1).

Todo esto sin hablar de la educación (o de la falta de ella) a la que se recluía a parte de la población, especialmente si las carencias económicas estaban presentes en la situación familiar. En resumen: una sociedad con un porcentaje muy pequeño de población con poder adquisitivo desahogado, en la que la mujer estaba recluida en el hogar y su papel social era muy limitado desde cualquier instancia, y sin la capacidad económica ni la independencia de algunos de sus congéneres.

A todo ello hay que añadir el papel de la maternidad: con una tasa de mortalidad infantil muy elevada, la mujer solía tener unos 8-12 hijos en su vida fértil. Entre embarazos, lactancias y crianzas el tiempo se limitaba mucho más. Por ello también plantea algo tan "racional" como limitar a tres el número de hijos por mujer.

Por ello, la autora propone que una renta fija y un cuarto propio darían a las mujeres una posibilidad de desarrollarse igual que sus compañeros.

Me gustaría añadir una nota acerca del lesbianismo. Quiero simplemente poner un asterisco en una de sus partes: a Chloe le gusta Olivia. Las reflexiones acerca de este apartado darían para muchos artículos, pero no quería dejar pasar por alto que en esta obra ya se menciona y se trata el lesbianismo y que el ojo crítico de la autora es, una vez más, magistral.

Éste es uno de los libros más importantes en la literatura feminista por su novedad en el tratamiento y por los hechos planteados. Recomiendo continuar esta lectura con la obra Tres guineas, también de Virginia Woolf. (2) En esta ocasión la autora responde a una carta sobre cómo evitar la guerra y acaba haciendo un manifiesto magnífico sobre la desigualdad de géneros en la educación, la falta de oportunidades de desarrollo profesional de la mujer.

Estos dos libros son imprescindibles para entender de dónde venimos, qué vida tuvieron nuestras antepasadas y para comprender lo difícil que ha sido para una mujer, destacar en las artes o en cualquier otra labor que se planteara más allá del hogar y la maternidad.

Son, además, lecturas muy agradables y muy amenas y es que la prosa de Virginia Woolf es realmente sorprendente. Os animo a que os lancéis de lleno a su lectura, los que no lo hayáis aún leído, y a su re-lectura los que, como yo, ya los conozcáis.

Os paso un enlace donde lo podéis leer online. En notas, el correspondiente a Tres guineas. Ambos en inglés y legales. Imagino que no os será difícil conseguirlos en castellano: http://ebooks.adelaide.edu.au/w/woolf/virginia/w91r/

Y una nota personal: yo tengo mi cuarto propio, distinto del dormitorio que comparto con mi marido. Es cierto, no lo llamo despacho porque no es un despacho. Es mi cuarto propio, donde escribo, leo y mi parte creativa, mi yo más íntimo, habita y se despliega. Es mío, sólo mío (sí, como aquel que decía mi tesorooooo). Mi familia sabe que cuando estoy ahí dentro no se me debe molestar. Os animo a que os busquéis vuestro propio espacio, en el sitio que queráis, pero que sea vuestro y que lo respeten todos, vosotras las primeras.

Felices lecturas feministas, amigos y amigas.

Notas

1. Las mujeres también son invisibles en los suplementos literarios: http://www.eldiario.es/agendapublica/impacto_social/GRAFICO_0_275423183.html

2. Tres guineas: https://en.wikipedia.org/wiki/Three_Guineas
http://ebooks.adelaide.edu.au/w/woolf/virginia/w91tg/

 

2 comentarios:

  1. […] ya una opinión como lectora. Desde mi punto de vista, este libro es más denso que el de Virginia Woolf. Su lectura es más difícil para los que estamos desvinculados de los libros de filosofía. Merece […]

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