lunes, 25 de julio de 2022

Rocío Scharfhausen en el Filandón violeta

Publicado originariamente en: Rocío Scharfhausen en el Filandón violeta

DECLARACIÓN DE INTENCIONES

Nos reunimos, charlamos, hilamos versos y somos libres. Somos mujeres, madres, tías, abuelas, hermanas, hijas, escritoras, amantes, trabajadoras, amas de casa, luchadoras, idealistas, soñadoras…

Nuestro hilo es la palabra, el verso nuestra arma y la lengua la artillería que usamos para defendernos.

Somos violetas. Y nos reunimos a tejer palabras con nocturnidad y alevosía. Quien nos quiera escuchar, que nos siga de cerca.

Sed bienvenidas y bienvenidos a esta nueva entrega de nuestro FILANDÓN VIOLETA.

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Rocío me llama amazona, pero ella es, por mérito propio, la verdadera amazona. La luz de su mirada, su sonrisa cautivadora, y su carisma hacen de ella una mujer imprescindible en mi vida. Y por supuesto en el panorama literario actual. La quiero con locura, aunque no nos veamos con la frecuencia con la que lo hacíamos antes. La pandemia y la vida parece que se ponen en nuestra contra para evitar que retomemos nuestras confidencias con café y cookies mientras el sol se pone más allá de las ventanas inclinadas de la buhardilla donde vive. Añoro mis tardes en su casa.

Y tras esta pequeña y personal confidencia, volvamos a nuestro filandón. Hoy, queridos y queridas, os traigo a una mujer de capa, pluma y espada. Rocío es una mujer luchadora, inteligente, valiente y aparentemente infatigable. Aunque todos sabemos que cualquier superhéroe se cansa, a veces, de llegar a todas partes. Aún así, no le falla la sonrisa llena de franqueza que parece decirte: aquí estoy, y no voy a irme.

Rocío y yo creamos unos eventos realmente originales: las destripa poéticas. Consistían en reunirnos en su casa y acompañadas de cenas de traje (de esas donde cada invitado puede decir eso de ”yo traje tortilla”, “yo traje ensalada”…), vino, cerveza, té, café y cookies caseras, destripar versos. En vez de hacer un análisis sesudo y típico de taller sobre estilos y formas de escribir, lo que queríamos era que los poetas que asistían nos mostraran las tripas de sus textos, nos contaran, hasta donde quisieran contarnos, las raíces de cada palabra. Sí, al más puro estilo de programa del corazón. Queríamos conocer las entrañas de lo que leíamos. Tenemos que retomar estas reuniones que por motivo del COVID se vieron interrumpidas. Os aseguro dos cosas: son inolvidables e inenarrables. Y, como en Las Vegas, lo que allí sucede, allí se queda.

Y tras estas palabras, y como en todos nuestros filandones, vamos a empezar a aproximarnos a esta mujer que revoluciona todo lo que toca. Empecemos por unos pequeños apuntes biográficos.

© Pilar Escamilla Fresco

Rocío Scharfhausen

Cartagena, 1971. Desde hace muchos años reside en Madrid.

Considera la lectura su mejor escuela. Empezó escribiendo narrativa, ensayo y teatro. Su incursión en la poesía surge por la necesidad de reivindicar sus emociones sin describirlas. Se identifica con un verso de Gloria Fuertes: “Soy sólo una mujer y ya es bastante”. 

Su formación como poeta la realiza en el Taller del maestro Enrique Gracia Trinidad donde como dice: “aprendes muchísimo de poesía sin dogmatismo. Enrique te ayuda a encontrar tu propia voz”.

Es, además, una luchadora infatigable y madre de tres preciosas criaturas.

A Rocío, hasta ahora, era difícil leerla o escucharla leer sus propios textos. Ha sabido mantener sus creaciones en un lugar sólo apto para privilegiados. No obstante, algo hemos conseguido sacar de las entrañas de internet. Además, tenemos el placer de anunciar que recientemente ha publicado con el sello Huerga & Fierro Editores su primer poemario “Tratado de Impertinencia”, y lo ha estado firmando en la última Feria del Libro de Madrid.

Ya tenemos su primer libro al alcance de cualquier lector/a con interés por descubrirla.

Pero antes de continuar con su obra, vamos a escuchar sus respuestas a las preguntas que solemos preguntar, en estos filandones, a nuestras invitadas. Os dejo con ella, con su voz, con sus respuestas. Prestadle atención. Es imposible no salir de aquí declarándose fan y admiradora de Rocío.

¿Qué es para ti la poesía?  

Para leerla: la buena poesía es el zumo exprimido de un libro maravilloso.  Para escribirla: un escondite donde desnudarme sin sentirme expuesta.

La lectura de poesía es minoritaria, ¿Cómo convencerías a alguien que dice que no le gusta la poesía para que se introduzca en su lectura? 

No es tan minoritaria…, todo el mundo ha tenido contacto con la poesía, otra cosa es que la lea de manera continuada.  Intentaría encontrar un poeta que cuadrara con sus gustos y le diría: lee solo UN poema al día, una o varias veces, solo uno y disfrútalo.

¿Cómo integras la poesía en tu día a día y en tus obligaciones personales y laborales?

Fácil. Como he dicho, para mí la poesía es una herramienta tras la que me escondo para: combatir, reivindicar, llorar, reír, gritar y ¿no está todo eso en el día a día?  La poesía está ahí, en bruto, un poeta es el que tiene la habilidad de transformar todo ello en un gran poema.

¿Qué le dirías a alguien que empieza ahora en el mundo de la escritura poética?

Que lea, que lea, que lea, que lea, que lea y si le queda algún rato libre, que lea.

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Como decía, tenemos muy pocas pruebas de que es capaz de subirse a un escenario y desarmar al público. Aquí os dejo dos poemas de ella recitados por Andrea Navas y Enrique Gracia Trinidad:

Además, hemos conseguido rescatar estos vídeos del ciclo Versos sobre el Pentagrama de Rafa Mora y Moncho Otero, en el Café Libertad 8 y un videopoema.



Además, yo conseguí hace años liarla para que protagonizara dos video poemas para uno de mis libros. Os dejo los enlaces para que veáis a nuestra protagonista con su pelo rubio y sus rizos alborotados.

Y ya llegando al final de este filandón, os dejo con una pequeña muestra, a modo de dos botones, de su poemario. Pero recordad que podéis comprarlo en vuestra librería de referencia (si no lo tienen pedidlo que os lo traerán sin problemas), en la propia editorial Huerga & Fierro Editores. Os recuerdo el título, que como veis está cargado de sugerencias: “Tratado de Impertinencia”. Buscadlo.

Mi muy querida amazona, mi amada Rocío. Espero seguir con tus tés, tus cafés y mis galletas. Para seguir buscando, como Alicias en medio de Madrid, nuestro personal y propio País de las Maravillas.

MUESTRA DE SU OBRA

DOBLE INMORAL

Tan rápido creció que se hizo estrecha
la falda con pespunte mediodía.

La boca, toda fruta,
y la piel de sus nalgas,
sazonadas en tiempos diferentes,
maceraron con prisa y sin acierto.

La promesa de un viaje al primer mundo
la arrastró al “leidy blus” de carretera,
el mismo en el que paras y gastas los ahorros
que guarda tu mujer para la niña.

Tan solo cuatro años las separan.
La que dice papá
y se queda dormida en tu regazo.
La que dice papito
y se gana el sustento entre tus piernas.

RECONQUISTA

Acepto mi dolor y afilo el lápiz.
Escribo el testamento de un expolio.
El año empieza tarde,
pero empieza
sin latas de conserva en la memoria.

Deshago esa bufanda interminable,
maquillo la impostura de otra vida,
las cuentas ya no están en el rosario.

Es jueves por la tarde
y ya no tengo miedo.

                               (Tratado de Impertinencia, Huerga & Fierro, 2022)

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TEJIENDO EN LA SOMBRA

Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida.

Y si tienes hijos, léeles poesías.

Sin poesía, no hay vida.



domingo, 10 de julio de 2022

Amor, neurosis y vida 5. Café, cigarro y piel


Tu imagen me persigue cada vez que cierro los ojos y me abrazo a mí misma en silencio. Tú sabías abrazarme y calmarme como pocas personas han sabido hacerlo. Hoy es tu cumpleaños, y ya no estás aquí para celebrarlo, pero yo sigo hablando contigo. Cierro los ojos y te llamo, y me explicas ese pasado que yo desconozco, y pones un punto de razón sobre todo aquello que me descoloca y me rompe a diario. Sé que en algún momento de tu vida te rompiste tan profundamente que nada ni nadie fue capaz de arreglarte. Siempre de pie, con un café en la mano, en la otra un cigarro encendido. Un saco de huesos y piel, me dices, dame cuarto y mitad y compartimos tu exceso con mi defecto. Y nos reímos. Te acaricio. Estás áspera y suave a la vez. ¿Cómo es posible? Porque tú estás llena de belleza que no eres capaz de ver. Me dices: «Pili, aplícate el cuento». Hablamos de dormir. Te digo que el sueño es algo que involuntariamente nos aleja de nuestros monstruos. «O nos acerca», me dices. No sé si tus pesadillas eran eso. Para mí mis pesadillas existen mientras estoy despierta. Pero tú siempre me decías que no, que las llevamos siempre dentro.

Tengo muchas imágenes de ti en mí. Tantas que no sé por dónde empezar. Tu boda y yo enseñando presumida ese anillo que por fin estrenaba. Tú embarazada, Javier corriendo por las calles de San Román y Astorga junto con mi hermana Ana. Tú enseñándome tus casettes de Pimpinela, Jeanette y Charles Aznavour. Yo cantando contigo. Las dos desafinando. Descubro un poema en una postal dentro de uno de tus libros. «¿Es tuyo?», te pregunto. «No, querida», me dices «yo no tengo ningún talento». Mientes, Bego, mientes y lo peor es que no lo sabes. Tienes millones de talentos y has dejado agujeros tan profundos en todos nosotros que no podrán taparse jamás. Pero porque no queremos taparlos. Porque todos querríamos que siguieras a nuestro lado, recorriendo las Ramblas mientras nos reímos de quienes llevan colonia de pijos o vestidos imposibles. Eres mi ángel, lo sé. Me enseñaste mucho, aunque no lo pudieras saber o quisieras creer. Me enseñaste a ser valiente. A enfrentarme a mis miedos. Me diste las ganas de vivir que a ti te faltaban. Me enseñaste a mirar la vida por todos los lados. Me enseñaste el Romance del Conde Olinos. Me enseñaste a leer poesía en las estanterías llenas de libros de historia del abuelo. Me enseñaste a buscar más allá de lo que vemos. Me enseñaste la rabia. Me enseñaste la resignación. Pero acompañada de ganas de luchar. Me enseñaste a no rendirme. Me enseñaste la lasaña y los fideos de arroz con verduras. Si soy adicta al café creo que es por ti. Me enseñaste a llorar, llorar suave, llorar callado, llorar alto, llorar a gritos, llorar de cualquier forma, pero llorar. Te dolía la vida a la vez que la amabas. Amabas respirar mientras fumabas y te lanzabas de cabeza, directa, a estrujar esos pulmones que te alejaron de todos los que te queremos y seguimos pensando en ti tantas veces que pareciera que no te has ido, pero lo hiciste, lo hiciste. Y duele saberte ausente.

Allá donde estés quiero que sepas que no te hemos olvidado, ninguno. Tu hijo es un hombre bueno, hermoso, trabajador y feliz. Ha encontrado la paz y el amor. Yo sigo con mis luchas, pero voy venciendo poco a poco a mis demonios. Me gustaría que vieras en qué me he convertido, todo lo que he conseguido y estoy consiguiendo. Me gustaría que conocieras a mi hija ahora que ya no es un bebé, la adorarías. Y te alucinaría como me alucina a mí. Te consideré siempre mi hermana mayor. Eras mi madrina, mi dulce hada madrina. En los días y las noches, protegiéndome sin saberlo, sabiéndote a mi lado y sintiéndote cerca. Que sepas que toda esa oscuridad que te tragabas no podía apagar el enorme corazón que tenías. Pero sí apagó tus pulmones. No puedo evitar pensar que hoy cumplirías 60 años y que tenemos que celebrarlo, joder, porque 60 años es una edad increíble. Pero no estás aquí para celebrarlo. En cambio aquí estoy yo, de madrugada, llorando porque quiero abrazarte una última vez. Como aquel fin de semana que me escapé a tu casa a la espalda de la Sagrada Familia para verte en ese hospital donde te consumías. Y lloraste como una niña pequeña al verme porque no me esperabas. Y te abracé pensando que quizás no volvería a hacerlo… Y no volví a hacerlo… no a ese cuerpo menudo, pequeño, frágil que siempre me miraba con más amor del que yo creía merecer. Y en eso somos tan iguales: amamos tanto a los demás que nos olvidamos de amarnos a nosotras. Pero las coincidencias entre tú y yo no se quedan ahí. La enuresis nocturna que tanto tiempo se me ocultó que tú también padeciste tantos años. El amor imposible. La culpabilidad. La fusta interna que hace que seamos culpables de cualquier desastre que ocurra. El miedo. Pero la sonrisa para los demás, el abrazo incondicional y esa inmensa facilidad de escuchar y querer, de amar a pesar de todo, gracias a todo.

Una de las últimas frases que me dijiste fue para mí una de las más importantes de mi vida: «Pilar, cariño, no hagas con la comida lo que yo he hecho con el tabaco.». Y a punto he estado de fallarte. Pero no lo haré, no lo haré. Porque allá donde estés quiero que mires con orgullo que yo de ti he aprendido lo que no llegaste a creer nunca: las ganas de vivir.

Te echo de menos. Siempre te echaré de menos. Y nunca, nunca, nunca dejaré de quererte.


Más ilustraciones sobre la depresión: depression illustrations.

Publicado originariamente en: Caradeluna.

No te olvides de la banda sonora de estos relatos: Neurosis



TEJIENDO EN LA SOMBRA


Tejiendo y leyendo y escribiendo y viviendo y soñando y amando y… y todo lo que hago siendo todo lo que soy. Ahí estoy yo, detrás de este filandón violeta, intentando sobrevivir en una gran ciudad donde me siento hormiga, leyendo, escribiendo y recitando poesía, siendo madre, trabajadora y poeta de guardia, como decía nuestra querida Gloria.

Me llamo Pilar Escamilla Fresco y si quieres saber de mí búscame aquí: www.caradeluna.es

Pero ante todo lee poesía, lee poesía todos los días de tu vida. Y si tienes hijos e hijas, léeles poesía. Sin poesía, no hay vida.