No suelo publicar reseñas de lecturas no escritas por mí en mi blog, pero no he podido evitar poneros esta... maravillosa la reseña, maravilloso el libro... En breve tendréis mi reseña, y en unos meses la autora del poemario será la protagonista de uno de mis Filandones Violetas. Mientras tanto, no os perdáis este poemario de Tes Nehuén. Pedidlo en vuestra librería de referencia, porque merece la pena, y mucho, su lectura.
Todos los pájaros que vimos, de Tes Nehuén -- ISBN: 978-84-19453-16-7
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Todos los pájaros que vimos, morada de luz y letra donde se forja el amoroso intento de recuperar y sostener, por la palabra, el precario equilibrio de las cosas. Allí, en el fino e irrepetible brillo de cada verso, se refleja tanto la belleza y el temblor de lo oculto y visionario de la poesía como la aguda conciencia de lo efímero.
En este bello libro, opera prima de Tes Nehuén, la nostalgia es el color o la fuerza desde donde van aflorando los poemas; lúcida sospecha de la ineludible ley que todo lo gobierna. Pero la nostalgia no reclama el mito del eterno retorno: avanza abriendo un paso en la enramada de la memoria no para imponer el regreso sino para fundar un ir y venir sin tiempo ni mesura entre el presente y el pasado. Allí, todo es recuperado en tanto que transformado. El poema salva, redime, triunfa sobre el poderío de la muerte o de la pérdida. Y es una constante presencia de la muerte. El hermético núcleo de la conciencia, se abre como la flor al sol gracias al canto que, con su noctiluca irradiación, ilumina esa guarida cerrada al pensamiento diurno. La noche y el insomnio la cobijan.
Por la palabra todo es capturado. La palabra es la red con la que el alma rescata su propia historia. Al fondo de la red, el hallazgo del “otro”, animal doméstico, amigo imaginario, monstruo o desdoblamiento de un yo necesitado de cura y de reposo.
El otro emerge, como el mundo en el génesis, por el poder de la palabra:
Creemos los nombres.Bumbumhazte la luz..
El símbolo del deseo -lo animal, lo que anda, en lo más íntimo de nosotros, pegado a los orígenes, puro y terrible, lo que “ve” la llanura que se abre después de la muerte, es asistencia de consuelo y reparación:
¡Devuélveme, Bumbum, el día claro!
En el presente poemario la delicadeza del lenguaje no limita su fuerza expresiva. Las imágenes son de una gran originalidad y belleza, y siempre pertinentes en su función significativa de una verdad más allá de la razón.
Tes pide:
UN LENGUAJEcapaz de resucitar después del fuego.
Y después llegan los pájaros.
Con sus pequeños corazones. Con su música. Con la belleza de lo puro:
QUIEN ALGUNA VEZhaya criadoun pájaro conoce la importanciade mirar en lo salvaje, de atender a lostiempos exactos de la espiga.
Y allí están, uno a uno, para que no sean olvidados. Para que el vuelo y el canto prevalezcan. Para poder develar el nombre exacto de las cosas.
Y que el círculo de la maravilla se cierre:
PREÁMBULOInsomnio dame el nombre exacto de lascosas. De a pequeños pasitos las arañasavanzan pero yo estoy inmóvil sobre eltiempo…
Autora de la reseña: María Rosa Maldonado
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