lunes, 9 de enero de 2023

Todos los pájaros que vimos, poemario de Tes Nehuén - Por María Rosa Maldonado

No suelo publicar reseñas de lecturas no escritas por mí en mi blog, pero no he podido evitar poneros esta... maravillosa la reseña, maravilloso el libro... En breve tendréis mi reseña, y en unos meses la autora del poemario será la protagonista de uno de mis Filandones Violetas. Mientras tanto, no os perdáis este poemario de Tes Nehuén. Pedidlo en vuestra librería de referencia, porque merece la pena, y mucho, su lectura.

Todos los pájaros que vimos, de Tes Nehuén -- ISBN: 978-84-19453-16-7

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Todos los pájaros que vimos, morada de luz y letra donde se forja el amoroso intento de recuperar y sostener, por la palabra, el precario equilibrio de las cosas. Allí, en el fino e irrepetible brillo de cada verso, se refleja tanto la belleza y el temblor de lo oculto y visionario de la poesía como la aguda conciencia de lo efímero. 

En este bello libro, opera prima de Tes Nehuén, la nostalgia es el color o la fuerza desde donde van aflorando los poemas; lúcida sospecha  de la ineludible ley que todo lo gobierna. Pero la nostalgia no reclama el mito del eterno retorno: avanza abriendo un paso en la enramada de la memoria no para imponer el regreso sino para fundar un ir y venir sin tiempo ni mesura entre el presente y el pasado. Allí, todo es recuperado en tanto que transformado. El poema salva, redime, triunfa sobre el poderío de la muerte o de la pérdida. Y es una constante presencia de la muerte. El hermético núcleo de la conciencia, se abre como la flor al sol gracias al canto que, con su noctiluca irradiación, ilumina esa guarida cerrada al pensamiento diurno. La noche y el insomnio la cobijan.

Por la palabra todo es capturado. La palabra es la red con la que el alma rescata su propia historia. Al fondo de la red, el hallazgo del “otro”, animal doméstico, amigo imaginario, monstruo o desdoblamiento de un yo necesitado de cura y de reposo.

El otro emerge, como el mundo en el génesis, por el poder de la palabra:

Creemos los nombres. 
Bumbum 
hazte la luz.. 

El símbolo del deseo -lo animal,  lo que anda, en lo más íntimo de nosotros, pegado a los orígenes, puro y terrible, lo que “ve” la llanura que se abre después de la muerte, es asistencia de consuelo y reparación:

¡Devuélveme, Bumbum, el día claro!

En el presente poemario la delicadeza del lenguaje no limita su fuerza expresiva. Las imágenes son de una gran originalidad y belleza, y siempre pertinentes en su función significativa de una verdad más allá de la razón. 

Tes pide:

UN LENGUAJE 
capaz de resucitar después del fuego.

Y después llegan los pájaros.

Con sus pequeños corazones. Con su música. Con la belleza de lo puro:

QUIEN ALGUNA VEZ 
haya criado 
un pájaro conoce la importancia 
de mirar en lo salvaje, de atender a los 
tiempos exactos de la espiga.


Y allí están, uno a uno, para que no sean olvidados. Para que el vuelo y el canto prevalezcan. Para poder develar el nombre exacto de las cosas.

Y que el círculo de la maravilla se cierre:

PREÁMBULO
Insomnio dame el nombre exacto de las 
cosas. De a pequeños pasitos las arañas 
avanzan pero yo estoy inmóvil sobre el 
tiempo…


Autora de la reseña: María Rosa Maldonado



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